Body shaming: Critica excesiva al cuerpo al grado de generar vergüenza, un tema que atender.
Aun transcurre marzo, tiempo en el que se conmemora la ardua lucha de las mujeres por afianzarnos en el respeto social, cultural, histórico, político, familiar, entre muchos otros campos, por ello pretendo que estas líneas se traduzcan en voz, pues ha sido recurrente en la consulta psicoterapéutica que mujeres jóvenes mencionen un anglicismo denominado “Body Shaming”, como un vocablo que empieza a formar parte del glosario hispanohablante para describir una realidad que está ocurriendo.
Comprendí entonces que esta locución lleva implícita la acción de “criticar a alguien en base a su forma, a la talla o a la apariencia de su cuerpo”, en realidad deberíamos nombrarlo conforme nuestro idioma. ¡Nombrarlo para que exista!, para que se escuche, justo como sucede en el espacio terapéutico, y esto se dice así claro y fuerte: Se trata de la crítica del cuerpo hasta hacer sentir o generar vergüenza, o hacer sentir culpa y con ello una falta.
En la línea de este fenómeno se puede encontrar los medios tradicionales y digitales de comunicación, cosa que no es ajena en la actualidad, acuñando como severos generadores de vergüenza aspectos especialmente femeninos como pueden ser: la cara, el pelo, los glúteos, el abdomen y los senos.
Las víctimas de estas críticas al físico pueden percibirse a sí mismas como “menos mujeres”, diríamos desde la jerga psicoanalítica, “mujeres en falta”, ya que desde esta miserable óptica las mujeres no concuerdan a los ideales modernos de belleza. Como ya se dijo la irremediable vergüenza y la lacerante culpa son las consecuencias mayormente identificadas cuando una persona es centro de “body shaming” y como sucedáneo diversos pensamientos y conductas
La “falta” desde nuestro campo y dicho muy llanamente, designa principalmente en una falla del ser. La falta es la falta de ser, propiamente hablando. Hay un anhelo de ser, agregaría, de ser ese o eso que el mundo en su voracidad y competencia demanda para dar pertenencia y con ello una supuesta aceptación.
Lo descrito hasta ahora no da tregua a la diversidad, al contexto, a la diferencia, simplemente al SER HUMANO con la complejidad que el sujeto implica, pues tan solo lo percibe como un objeto.
El “body shaming” está presente en varias partes, vive entre nosotros, desde el hogar hasta en cada una de las corporaciones que venden productos milagrosos que auguran se obtendrá el cuerpo perfecto, (cualquiera que eso signifique).
Lo alertante es que está afectando primordialmente a las mujeres más jóvenes, a las que adolescen, a las que van incorporándose a la vida en sus múltiples esferas, dañando con ello su estructura psíquica convertida en múltiples comportamientos y pensamientos donde el “no ser” se apodera insaciablemente en ese embaucador intento de “SER-PERTENECER”.
Esto hoy se vive como una secuela de una sociedad profundamente demandante, insatisfecha, quejosa que se nutre de la falta, particularmente de la mujer, pues ella durante siglos, se ha visto reducida a un simple cuerpo disponible para consumo.
No fomentemos más mujeres en falta, en vergüenza y en culpa, hagamos cultura del cuidado, del respeto unos a otros para dar pie a una auténtica inclusión. El cuerpo desde la refracción de objeto no determina a nadie, el cuerpo debe verse como un espacio de cuidado consciente, de absoluto respeto y si no sabemos cómo hacerlo hablemos y busquemos ayuda preferentemente profesional, es un atento llamado.
Gracias.