Psique y Cine: Brad’s Status
“El equilibrio no significa evitar conflictos, implica la fuerza para tolerar emociones dolorosas y poder manejarlas”
(Klein, M.)
Hace poco más de una semana, justo antes de mi cumpleaños 45, en una de esas noches que uno no encuentra nada que ver en la TV (con todo y los cientos de opciones que ofrece hoy día la TV por cable y otros streamings), estaba cambiando y cambiando canales cuando casualmente me topé con la película “Brad´s Status” (“Los pasos de papá”). No habían pasado ni siquiera los primero 10 minutos de la cinta y yo me encontraba en una suerte de trance que no alcanzaba a definir correctamente: me molestaba el personaje principal, me sentía enojada, pero a la vez, ¡no podía dejar de mirar la película! Me sentía identificaba con algunos de los postulados de los que empieza a hablar el personaje principal, pero me molestaba su forma de abordarlos, entre lo que me parecía una mezcla de berrinche y cinismo narcisista. Y ahí estaba yo, haciendo coraje, pero no queriendo cambiar de canal, a grado tal que repentinamente me vi a mí misma diciendo en voz alta —¡y todo para que vaya a ser una de esas películas que no tienen un final definido y me voy a enojar todavía más! — reafirmando que no iba a cambiarle a la TV. Fue en ese momento que me cayó el veinte, me percaté conscientemente de que algo estaba pasando conmigo y transformé las afirmaciones anteriores por cuestionamientos; ¿Por qué me estaba enfadando tanto? ¿Por qué a pesar del enfado y de temer que el final de la película me fuera a decepcionar yo seguía ahí, como hechizada e incapaz de moverme? Todo se fue aclarando poco a poco: la identificación que sentía con el personaje principal sobre algunos de los cuestionamientos que planteaba y provenían de su angustia, eran probablemente tan dolorosos en el fondo y angustiantes para mí también, que me encontraba proyectando justamente mi incomodidad y mi agresión contra él, tratando de negar esos contenidos… ¡menuda cosa! Conforme la película fue avanzando, me iban quedando más claros varios de estos pensamientos y me surgieron muchos otros más que no esperaba…pero fueron muy enriquecedores al poderme ver identificada y proyectada (moviéndome internamente), que finalmente es señal de estar viva.
Haré una pausa aquí para compartirte, antes que cualquier otra cosa pase, la sinopsis de la película para que puedas ir teniendo alguna referencia, aunque lo mejor es, como siempre, que te animes a verla para que vivamos junt@s y de viva voz, esta experiencia 😊.
Brad Sloan es un hombre de 47 años, está casado y tiene un hijo que está a punto de ir a la universidad. Su vida es aparentemente feliz, pero él no se siente pleno: no puede dejar de reprocharse a sí mismo el no haber conseguido el éxito y, peor aún, piensa que ya no tendrá más oportunidades de hacerlo en la vida. Adicional a ello, Brad compara obsesivamente su vida (que considera un fracaso) contra el aparente éxito y fortuna que han conseguido sus antiguos excompañeros de la escuela (un gran director de cine de Hollywood; un inversionista y filántropo con su propio fondo de cobertura; un gurú tecnológico, millonario y retirado; y un exvocero de la Casa Blanca y actual autor de libros sobre política). Por su parte, Brad trabaja en una ONG que él mismo creó y su único empleado (al que le enseñó todo lo que sabía) ha renunciado para dedicarse al mundo financiero. Por su parte, su esposa Melanie (quien trabaja para el gobierno), está feliz con la vida a su lado, pero Brad es incapaz valorar las cosas buenas que ella menciona que tienen. En medio de esta crisis existencial, Brad emprende un viaje junto a su único hijo, Troy, para ayudarlo a elegir universidad, siendo justamente en este viaje con Troy por las facultades de Boston que Brad se verá impelido a contactar nuevamente con su pasado y a enfrentarse cara a cara sus sentimientos de fracaso existencial.
Pues bien, teniendo en consideración el argumento bajo el cual se desenvuelve la trama, así como las preguntas que inicialmente presenté, es que fui encontrando 2 temas principales (seguramente hay muchos más) para tratar de explicar-(me) algunas de las situaciones que se fueron desarrollando: la crisis de los 40s (o crisis de la mediana edad) y la envidia, entendida ésta última desde los conceptos de la psicoanalista austriaco-británica Melanie Klein.
Empecemos con la crisis de los 40s o crisis de la mediana edad, que también es reconocida por algunos autores como la segunda adolescencia. Elliott Jaques (1965), psicoanalista y psicólogo organizacional canadiense, fue quien acuñó el término crisis de la media edad y considera que el principal detonador de esta tiene que ver con dejar de pensar en la muerte como algo que le pasa a otros y comenzar a considerarla como un asunto personal que nos confronta con la propia mortalidad, por lo que hay un replanteamiento de la idea de finitud, de límite. Agrega además un tema: el cuerpo, que causa vergüenza porque ya no es joven y va presentando cambios drásticos similares a los que ocurren en la primera adolescencia (representados ahora como cuestiones hormonales, canas, arrugas, dolores, etc.) y, por otra parte, trae consigo una restructuración de los roles sociales (quienes se vuelven padres, abuelos, se casan, se divorcian, etc.). Tanto en la primera como en la segunda adolescencia, los cambios en el proceso de pensamiento, en las conductas y en los intereses son los primeros en anunciar una nueva etapa de crecimiento. Las dos adolescencias comienzan con una especie de inquietud y sensación de ya no ser el mismo de antes; de necesidad de cambiar en algo, sin tener una idea precisa de qué es ese algo. Como resultado, muchas personas se percatan de que no podrán cumplir los sueños de su juventud o que alcanzarlos no les brindó la satisfacción que esperaban, por lo que algunos enfrentan los retos de la mitad de la vida manifestando conductas que denotan estados de angustia pasajeros, pero que pueden ser superados, mientras que otros pueden desarrollar trastornos que comprometen la vida emocional y la posibilidad de establecer vínculos profundos.
Por todo lo anterior, la ansiedad y ambivalencia que despiertan el envejecimiento y la caducidad de la vida, pueden generar sensaciones de fragilidad y vulnerabilidad intolerables, que en ocasiones conducen a la necesidad de idealizar un objeto externo que pueda librarnos de los males que se avecinan u optar por otra manera de librarse de las emociones que despierta la vejez, siendo la realización de actividades maníacas una de ellas, como búsqueda por controlar mágicamente el cuerpo o borrar el paso de los años. De alguna manera es como si ante lo incontrolable de la existencia, se opusiera un acto desesperado para demostrar o afirmar que sí se tiene control sobre la misma, inútilmente por supuesto, pues si algo caracteriza a la vida es su transitoriedad en todos los ámbitos. Un claro ejemplo de estas acciones es cuando Brad trata impulsivamente de cambiar sus boletos de avión a primera clase para no ir en la clase turista con ancianos y niños o cuando posteriormente dice que su tarjeta “plateada” no sirve para nada y al pensar tirarla, finalmente no lo hace y vuelve a guardarla, pues se da cuenta de que es inútil deshacerse de ella: no va a cambiar su sensación de no obtener nada y, por el contrario, lo dejaría “sin su tarjeta” al menos).
En resumen, reconocer el envejecimiento, la enfermedad y la muerte como hechos personales e imposibles de evitar es probablemente uno de los conflictos más complejos de la mente. Vemos aquí entonces el primer y más importante punto de lo que esta aconteciendo con nuestro protagonista: es un hombre en sus tardíos 40’s, angustiado aparentemente por la sensación de finitud de la vida y por todos los movimientos que ello conlleva, como reconocer que probablemente ya no logrará hacer muchos de los sueños y/o expectativas que tenía anteriormente (piensa mientras van camino al aeropuerto, que su vida no ha resultado como él la había imaginado). Desde el inicio de la película, observamos a un Brad que no puede dormir (tiene insomnio), hay muchos pensamientos que lo perturban, entre ellos, destacan las sensaciones de estar quedando “estancado”; la imposibilidad de lograr más cosas y pensar que se le ha acabado el tiempo, por lo que no vislumbra una solución a su angustia. Esto, a su vez, aparentemente también le está generando la imposibilidad de establecer vínculos profundos con otros, ya que se muestra “desconectado” la mayor parte del tiempo de las interacciones de su familia y, principalmente con su hijo, quien está justamente en una etapa anterior de la vida (prácticamente saliendo de la primera adolescencia), representando para Brad, la juventud y oportunidades perdidas (como la de ingresar a Harvard), sensaciones que sin duda son dolorosas y difíciles de elaborar.
Partiendo de lo anteriormente descrito y continuando con el tema de la angustia, retomamos las hipótesis planteadas por Melanie Klein (1948), quien coincide con Freud en reconocer las pulsiones de vida y de muerte, pero las conceptualiza como instintos que persisten en lucha a lo largo de la vida, dando como resultado una fuente de ansiedad nunca eliminada. Por lo anterior, ella sustenta que el origen de la ansiedad es el temor a la aniquilación, que existe de manera inconsciente en la mente del niño desde su nacimiento. Bajo esta premisa —temor a la aniquilación—, se puede entender mejor la razón por la qué Brad se encuentra preocupado al atravesar la crisis de los 40s: es la cercanía con la finitud propia lo que genera su ansiedad debido al temor a ser aniquilado (morir) y que, a su vez, lo hace percibirse como incompleto o en falta (de todo aquello que no ha logrado supuestamente y que no podrá completar) al mismo tiempo que lo incapacita para poder percibir todo lo que si tiene y sus afectos, situación que evidencia en él el sentimiento de la envidia.
Klein nos dice que la envidia es una expresión oral-sádica y anal-sádica de impulsos destructivos y tiene una base constitucional (es decir, opera siempre desde el comienzo de la vida). Dicho de otra forma, es entonces el sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseable, siendo el impulso envidioso el de quitárselo o dañarlo y que denota a las personas muy envidiosas como insaciables (lo cual se liga con los celos y la voracidad) dando como resultado la incapacidad de amar y de desarrollar los conceptos como gratitud, generosidad, riqueza y gratificación plena.
De acuerdo con Klein, el primer objeto envidiado es el pecho nutricio. Menciona entonces que:
el bebé siente que aquél posee todo lo que él desea y además un fluir ilimitado de leche y amor, que es retenido para su propia gratificación. Este sentimiento se suma a la sensación de agravio y odio, y da como resultado disturbios en la relación con la madre. (Klein, 1957, p. 188)
Lo que esto nos quiere decir, es que se percibe al objeto (pecho) como completo y contenedor de todo lo bueno y debido a la frustración (entendida esta como privación) empieza a operar la envidia generando fantasías originarias (en forma de creencias) que llevan a concebir a este pecho tanto más frustrante y malvado cuanto que es mejor, por lo que las pulsiones destructivas se dirigen por elección hacia éste, de forma más violenta en medida en que es mejor.
Melanie Klein (1959) pensaba que, aunque el desarrollo haya sido satisfactorio, durante la adultez los seres humanos experimentamos dolor por los placeres perdidos de la adolescencia y de la temprana infancia. La madurez emocional radica en encontrar maneras de contrarrestar estos sentimientos de pérdida hallando sustitutos adecuados en cada etapa de la vida.
Lo anterior lo podemos ver representado en la película de distintas maneras. Brad habla primeramente de su relación con el mundo. Dice que “él estaba enamorado del mundo y era correspondido” para luego cuestionarse en qué punto dejaron de quererse, como denotando que algo se ha roto en esa relación nutricia. A partir de ese momento Brad comienza una serie de movimientos internos para tratar de entender qué pasa en su vida y con él en general, lo que, en palabras de Klein, sería su intento de lograr un yo integrado, estable y de buenas relaciones objetales.
Esta lucha interna está representada durante toda la película, por lo que las acciones de Brad en ocasiones parecen contradictorias, estereotipadas, inconexas, agresivas, etc. Esto quizá ya que busca una solución “completa” para lo que siente: piensa que solamente si alcanza el “éxito” se sentirá mejor y en paz nuevamente. Sin embargo, sufre constantes embates que lo hacen ver que quizá ese “éxito” ya lo tiene, solo que de una forma diferente que le cuesta ver si se compara con los otros por la envidia excesiva, quedando atrapado en un círculo sin salida. Esta aparente solución imposible denota aún más el carácter constitutivo de la envidia y que generalmente pasamos por alto, ya que no será posible suprimirla nunca, siempre estará presente y, por tanto, no hay mecanismo de defensa eficaz contra ella. La única forma de lograrlo es simplemente moderándola, cuestión que poco a poco y quizá, sin dar mayor cuenta, es lo que va haciendo Brad a lo largo de la trama.
En cuanto Brad empieza el viaje con Troy, y empieza a cuestionarse como ha llegado a donde está sin alcanzar el éxito, primero, en un intento de proyección, trata de culpar a su esposa, pero prontamente deja esa idea pues es consciente de que ha sido solo él el responsable de sus elecciones de vida. En otro momento, Brad logra ver parte de su riqueza interna (lo que bueno que sí posee) cuando en el cuarto de hotel se dice a sí mismo que no tiene la vida exitosa de esos otros, porque él tiene algo mucho más valioso, su hijo y que es debido a que ha dedicado los últimos 17 años a su desarrollo que no ha hecho otras cosas como esos otros, por lo que momentáneamente queda tranquilo. Sin embargo, nuevamente se descoloca y observa a Troy y la apertura de oportunidades que para él inician en la búsqueda de universidades: Troy es un genio de la música que, aparentemente puede ingresar a la universidad que quiera, incluso a Harvard. Brad por su parte, intentó inscribirse en su momento en dicha universidad, pero nunca fue contactado de la lista de espera, por lo que inicialmente siente envidia por Troy, aunque después, se trata de recolocarse como una “extensión” (identificación) de él y parece que puede sentir el éxito a través de su hijo, lo cual le daría las armas para destruir a sus excompañeros y restregarles su triunfo. Sin embargo, prontamente también se da cuenta de que no sería así, sino que, por el contrario, eso pondría en riesgo la relación con su hijo, pues convertiría a Troy en el nuevo objeto de su envidia al dar cuenta que Brad solamente es él y el exitoso, sería su hijo (separación). Cuando están visitando las universidades, Brad por momentos intenta colocarse como una figura completa y de poder (valioso) ante los padres de otros chicos que también se encuentran haciendo sus entrevistas, pero se logra ver que, en el fondo, en realidad no se siente de esa forma, sino todo lo contrario, se siente empequeñecido y es justamente cuando comienza hostilmente a tratar a las personas que administran las entrevistas como mecanismo de defensa. Durante varios momentos de la cinta, Brad también desvaloriza a las personas, hace críticas destructivas y niega lo valioso de ell@s (ejemplo: frene a otros dice que sus excompañeros no son sus “amigos” pero se jacta de “tener amigos”, aunque la realidad es que hace mucho tiempo que ni siquiera tiene contacto con ellos, pero aún así los idealiza por momentos y los desprecia en otros. Con Troy hace lo mismo al decir que si necesita ir a la universidad si “solo será músico” y con Ananya, también lo hace cuando intenta quitarle su sueño y desmotivarla en su carrera, aunque con ello también pierde el respeto de la chica, para luego decir que es ella la que no entiende y lo menosprecia). Justamente con Ananya se generan muchos más movimientos al parece ya que primero se identifica con ella al saber que estudia Política y que a ella, le parece interesante la labor que hace Brad en una ONG (esto aún y cuando, aunque está “presumiendo” lo que hace, él en realidad no siente que sea especial). A Ananya primero la idealiza, valorándola exageradamente y sobreadmirándola (tanto que la coloca en sus fantasías sexuales temporalmente, en la que ella y su compañera son sus parejas, emulando a uno de sus excompañeros); sin embargo, después debe despreciarla (desvalorizarla) en un intento de huida de un objeto “extremadamente bueno (irreal) que, por tanto, se vuelve persecutorio y lo juzga según él.
Así transcurre la cinta, entre este tipo de movimientos colocando y descolocando a Brad en diferentes situaciones y objetos, reaccionando casi que contradictoriamente en todo momento y no dejando en claro qué es lo que realmente le pasa y/o quiere. Sin embargo, es hasta el momento final de la película que me parece logra completar su ciclo y reencuentra a ese “equilibrio” que tanto deseaba. ¿Y cómo lo logra? Trataré aquí de explicarlo sin espoilearte el final 😊.
Troy le pregunta a su papá si está pasando por algún tipo de crisis y es gracias a que Brad logra reconocer en ese punto sus propias vulnerabilidades, respondiéndole a su hijo que “tiene algunas dudas que lo hacen preocuparse de que la gente lo pueda ver como un fracasado, aunque luego ese sentimiento pasa”, me parece que es cuando él logra permitirse tocar esa parte suya que justamente se siente vulnerada por dichas dudas, que lo deja momentáneamente en un estado de indefensión, de temor, desbordado de ansiedad y que tan activamente intentaba negar con sus acciones y buscando soluciones para no sentirse de esa manera. Al permitirse sentir lo que verdaderamente hay dentro de él, por terrible que sea, esa acción le permite abrirse al movimiento, a poder encontrar una mejor forma de abordaje y que, ligado con el amor que le manifiesta su hijo, le permite comenzar a avanzar en pro de su propio bienestar. Las identificaciones con sus objetos buenos le permiten acceder a su capacidad de amor y, por tanto, logra no solo sentir gratitud, sino recibir lo que le es dado (las 2 palabras amorosas ofrecidas por su hijo), pudiendo acceder así a la confianza tanto de sí mismo, como de aquellos que lo aman, para finalmente permitirse gozar de su existencia personal. Melanie Klein dice al respecto que:
hay una relación circular entre goce y gratitud: la gratitud no aparece más que cuando hay satisfacción, y la satisfacción no puede ser completa más que si la gratitud es expresada, lo que marca el pasaje de la simple satisfacción de una zona pulsional a la gratificación vivida en el marco de una relación de objeto. (Petot, 2016, p. 313)
Lo anterior coloca el fundamento de la salud mental, la formación del carácter y el desarrollo exitoso del yo, dejando sentir a Brad que puede existir simplemente y ser él mismo, es decir, dejándolo libre con su existencia, por lo que al final retoma su reproche inicial al mundo cambiando su frase por “podría amar al mundo sin siquiera poseerlo. Seguía amando al mundo”. A partir de ahí, cuando trata de imaginar el futuro, simplemente se visualiza con su hijo, en paz, caminando, acompañándose y amándose, lo que a mi entender es la simbolización de haber recuperando así el objeto nutricio y a sí mismo, permitiéndole finalizar con un contundente y profundo “estoy vivo”.
“La única persona con la que deberías compararte es con la persona que eras ayer.
Esa es la persona a la que debes superar y en la que debes fijarte para ser mejor”
(Freud, S.)
BIBLIOGAFÍA:
Klein, M. (2009, 2012). Envidia y Gratitud y otros trabajos. En Obras completas Melanie Klein (Vol. 3).
Paidós. (Trabajo original publicado 1957).
Petot, JM. (2016). Melanie Klein. El yo y el objeto bueno 1932-1960. Paidós.
Ficha técnica
Título original:
Brad’s Status
Año:
2017
País:
Estados Unidos
Dirección:
Mike White
Reparto:
Ben Stiller, Austin Abrams, Jenna Fischer, Michael Sheen, Luke Wilsoj, Jemaine Clement y Jimmy Kimmel.
Género:
Comedia / Drama