El mundo se encuentra en una encrucijada de desigualdad económica, crisis climática, polarización social y pandemia de escala global. Por ello, la celebración del Día Internacional de la Educación, promulgado a nivel mundial por la Organización de las Unidades para la Educación, la Ciencia y la Cultura en 2018, es una ocasión propicia para recordarnos que atacar los problemas mencionados requiere por parte de todos los seres humanos tomar la decisión de seguir hacia la extinción o cambiar de rumbo hacia nuevos horizontes.
La transformación del futuro pasa por la educación que, por cierto, está enfrentando problemas graves: la inasistencia de millones a la escuela se agravó por la pandemia de COVID, la escuela como institución continúa en crisis de legitimidad social y con frecuencia, más gente ve otros caminos para vivir que no pasan por la educación. por ello es necesario transformar la educación, reforzar el acceso, formar mejor al profesorado, mejorar las instalaciones, métodos y equipamientos educativos, generar nuevas formas de enseñanza y de aprendizaje y, en suma, tener una mejor educación para todos. Esto implica, desde luego, cambios políticos y sociales para movilizar la inteligencia individual y colectiva, reimaginar nuevos futuros y construir sobre actos de valentía, creatividad, cuidado y resiliencia.
En nuestro país, es necesario hacer que más niños y niñas accedan a la escuela, que los profesores vean en su quehacer una fuente de crecimiento, lograr que los padres de familia se involucren y, en general que la sociedad aprecie, en los actos y en los pensamientos, el valor de la educación.
No hay cambio de esa naturaleza que no demande una transformación personal. Ahí la psicología juega un papel clave, pues es en la vida interna de los individuos donde se moviliza la voluntad de cambio, pero sobre todo, la posibilidad de pensar un mejor mañana personal e individual a todos los niveles, porque no se trata solamente de sentarse a esperar que los políticos o los educadores de alto nivel marquen la ruta, sino que la transformación pasa por una cambio en la percepción de sí mismo y del mundo de educandos, maestros, padres de familia, de la sociedad en su conjunto.
Sabemos que la conciencia de sí es un estado alcanzable luego de un intenso trabajo de observación del individuo de su mundo interno y de su relación con el entorno. Sabiendo que la transformación de la educación pasa por ese cambio, queda claro el papel de la psicología como espacio de acción y del psicoanálisis como teoría y práctica del ser humano para la liberación de sus ataduras.
No olvidemos que en las Lecciones de introducción al psicoanálisis, Freud afirmó, a propósito de la relación entre psicoanálisis y educación, que se trataba de algo “importantísimo, ofrece grandísimas esperanzas para el futuro, quizás es lo más importante de todo cuanto al análisis cultiva, me refiero a la aplicación del psicoanálisis a la pedagogía, la educación de la generación futura” (Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis y otras obras 1932-1936. Obras Completas, Tomo XXII Buenos Aires. Amorrortu, página 135).
¿Qué mejor forma de celebrar el Día Internacional de la Educación que refrendando nuestro compromiso ético y profesional como psicoterapeutas para contribuir al pleno desarrollo de las capacidades del ser humano?