
Este 19 de octubre se conmemora el Día mundial contra el Cáncer de Mama, de hecho, octubre es el mes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado para que en todo el mundo se divulgue la sensibilización sobre el cáncer de mama, con el objetivo de aumentar la atención y apoyo a la detección precoz y el tratamiento de esta enfermedad.
Se dice que las causas que originan el cáncer de mama son multifactoriales, pueden ser de origen físico, genético y estilos de vida como la alimentación, falta de actividad física, el sobrepeso, el tabaquismo, el alcoholismo y la exposición ocupacional a radiaciones.
Un diagnóstico de cáncer frecuentemente afecta la salud mental de los pacientes, quienes experimentan angustia, enojo, tristeza, ansiedad y depresión; afectos que con frecuencia reciben respuesta como: “las cosas irán mejor”, “si deseas estar bien y te esfuerzas en ello, lo conseguirás”, “échale ganas”, “llorando no te ayudas”, “sé positivo”, con la intención de apoyar y dar ánimo, pero no se trata solo de eso, sino de entender que cada persona lo vive de manera distinta y se enfrenta a un gran dolor.
Por ello, Barbara Ehrenreich, doctora en inmunología celular, ensayista, periodista y activista social estadounidense, cuestiona lo que significa el ser positivo y nos dice que no es un estado de ánimo que se puede controlar. Es una construcción ideológica y, por lo tanto, el pensamiento positivo no tiene como consecuencia directa la felicidad.
Al ser el optimismo la base del pensamiento positivo, la responsabilidad cae sobre el individuo y si este fracasa es su culpa y si triunfa es gracias a dicha actitud positiva; porque se piensa que la actitud positiva refuerza y mejora la salud, ¿Será?
Este imperativo positivista pretende poner en las sombras, afectos, tales como la ira o el miedo que quedan enterrados bajo una capa cosmética de alegría.
Termina siendo una tiranía el pensamiento positivo, pues hace sentir culpables a muchos enfermos que pasan por momentos difíciles, ya que, al no evolucionar favorablemente en la enfermedad, lo que suelen sentir es que no han sido suficientemente positivos, es decir, terminan volcando la culpa a su estado de ánimo.
Por consiguiente, y tomando las ideas de esta pensadora, la invitación es a dar cuenta que no es por la vía de pensamientos y frases omnipotentes que podemos tener una acción directa sobre la enfermedad, pues sería tanto como decir que con tan solo desearlo mejorará nuestra salud. “De lo que se trata es de aceptar que nuestro cuerpo no es una máquina perfecta”, nos dice Ehrenreich y además agrego, somos seres finitos, y finalmente todos morimos.
A pesar de esto, ¡vale la pena vivir!