Esta película dirigida por el aclamado directo canadiense de terror y ciencia ficción David Cronenberg, nos muestra en un primer momento una relación de pareja que disfruta seducir extraños y tras tener relaciones sexuales, compartir narrativas y experiencias para excitarse.
Poco a poco el director nos sumerge a un mundo donde el erotismo y la sexualidad jugaran un papel más preponderante, pasando así de una relación abierta de pareja a una búsqueda de experiencias que los lleven hasta el límite. Lo cual consiguen tras conocer a Vaughan (Elias Koetas), un extraño personaje, que ha formado un club donde personas se reúnen para recrear accidentes automovilísticos de personajes famosos, con cual consiguen obtener el éxtasis que le provoco su muerte y la posibilidad emular la trascendencia que le dio su súbito final, como ejemplo se menciona la muerte del actor James Dean.
Pero esto “no es más que una ficción que enmascara un proyecto más grande”, en palabras del personaje Vaughan, ya que esto solo lo usa para atraer a sus posibles parejas sexuales, su proyecto principal va más allá de recrear el éxtasis de rosar la muerte abrupta y violenta, sino que en realidad busca una remodelación del cuerpo, el perfeccionarlo a través de las prótesis y cicatrizas que se consiguen tras los accidentes y el aproximarse al desenlace mortuorio.
Ahora bien, esta película, busca más que brindarnos una perspectiva diferente del matrimonio, o de mostrarnos un acercamiento al goce perverso del ritual erótico mortuorio, del cual hay una repetición incesante e imperante por sobrepasar el límite del cuerpo, del placer y de la vida. También nos muestra una ficción que intenta romper el parergon, o marco de la obra, al intentar trastocar los límites de la dicotomía cartesiana del cuerpo y la menta, la carne y el alma, al crear un proyecto de remodelación de lo físico, tras una experiencia de éxtasis que no solo trastoca las fronteras del cuerpo (de manera violenta, radical y súbita), sino que también, la conecta con una idea, una premisa, la del placer absoluto, que abole las fronteras y provoca trascendencia.
Entonces podríamos decir, que esta película nos permite reflexionar, sobre los cánones o imperativos culturales que bordean la sexualidad y la contienen, para poder pensar cómo podría haber una nueva apropiación, unión o desunión entre la mente y el cuerpo, la psique y el soma, aunque lo planteado por la película va más en el tono radical vinculado a los placeres extremos. Pero quizá, y solo quizá, una revolución a ese nivel, una que desdibuje los limites de la res cogitans y la res extensa, solo puede darse en una búsqueda incesante y constante por diluir las fronteras, o como diría el filósofo francés Jean Luck Nancy, por crear una ontología que nos devuelva el cuerpo.
Por otro lado, es pertinente mencionar, que esta obra junto con el resto de películas del director se suman a un tipo de arte denominando “nueva carne” el cual plantea, a través del terror y la ciencia ficción, como es podrían traspasarse los limites de la naturaleza o esencia humana, ya sea mediante las prótesis o la experiencia del éxtasis, como se menciona en Crash, mediante el metamorfosear nuestra esencia con la de otro animal, como en la mosca, al adentrarnos en las fantasías de la locura kafkiana de el almuerzo al desnudo, o con la locura y esquizofrenia que en su desunión con la cultura nos devuelva al cuerpo, como en videodrom.
Por demás, quizá estaría el agregar que es una excelente cinta de suspenso con un gran reparto encabezado por el actor James Spader, Deborah Kara, Rosanna Arquett y Elias Koetas.
Ficha técnica
Título original:
Crash
Año:
1996
País:
Canadá y Reino Unido
Dirección:
David Cronenberg
Reparto:
James Spader, Holly Hunter, Elias Koetas, Deborah Kara Unger y Rosanna Arquett
Género:
Thriller erótico