Cuentos, narrativas, novelas, poemas, canciones, arte, teatro, literatura, ciencia, política; absolutamente todo tiene metáforas, vivimos entre metáforas, nos trasladamos y estamos constantemente atravesados por metáforas. Pero, ¿Realmente nos percatamos de su presencia? ¿Las vemos y las identificamos como tal? ¿Sabemos que nuestras vidas está atravesada por ellas? Lo más conveniente es empezar por definir un punto del cual partir para hablar de ellas. La palabra μεταφερω(metaphero) tiene como significado: llevar a otra parte, transportar, trasladar, transferir, pero también se le puede traducir como mudar o enredar; es interesante considerar la polisémia que conlleva, porque no hay que olvidar que significado contemporáneo es el resultado del transito a través del tiempo y de las distintas connotaciones de la palabra; para la RAE la metáfora es la “aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación”1.
Sin embargo, la manera en la que me centraré para pensar la palabra metáfora es la acepción de “traslado” o “transporte” (de hecho, en la actualidad la palabra μεταφορές(metaphores) remite a empresas transportistas en Grecia). El primer objetivo de este trabajo lo centraré en dar una breve reseña sobre las principales formas de pensar a la metáfora desde distintas perspectivas filosóficas, buscando demostrar que la metáfora es una condición que va más allá de un recurso literario con finalidades demostrativas, didácticas o explicativas; y demostrar que es una condición necesaria que devela la realidad en tanto verdad. En segundo término buscaré explicitar la cualidad activa de la metáfora, es decir como acción y no como una mera descripción pasiva de la realidad. En un tercer momento utilizaré una metáfora para demostrar las cualidades antes descritas y al final intentaré hacer una síntesis de las conclusiones a las que se haya permitido llegar en el desarrollo de este texto.
Teniendo en cuenta que la metáfora es algo que “transporta”, es necesario preguntar ¿qué es aquello que transporta? ¿Acaso es como una especie de caballo de Troya que sin darnos cuenta deja entrar en nuestra ciudad un enemigo(un argumento contrario)? ¿Porque tendría que transportar algo y no solo dejar que ese algo se transporte solo? Para comenzar es necesario recurrir a lo que nos diría Aristóteles sobre el significado de metáfora, él dice: “La metáfora consiste en dar a algo un nombre que pertenece a otra cosa; la transferencia puede ser de género a especie, de especie a género, de especie a especie o por analogía”.2 De tal suerte que la primer forma de “transporte” está ceñida al nombre de un algo, la función desde la idea aristotélica es el intercambio o préstamo de un nombre de un ente a otro, ejemplo: “la paloma desplegó sus alas cuál ángel luminoso”, nótese que se cumple con la condición de nombrar una misma cosa transportándola de una especie a otra, donde la finalidad de este transporte es lo que la hace relevante, es decir: ¿porque sería necesario hacer una comparativa tan irreverente entre una paloma y un ángel? Si pensamos a la “paloma” como una representación del espíritu Santo, entonces deja de ser solo una descripción de un vuelo de un ave, para pasar a ser una representación de algo divino. Esto nos permite inferir algo, la metáfora también transforma, porque no solo es una propiedad en la que se intercambia algo, sino en lo que se modifica también.
Por su parte, Tomás de Aquino analiza el uso de metáforas en las Escrituras y en la teología, resaltando que las metáforas permiten a los seres humanos comprender conceptos divinos a través de términos familiares. Considera que las metáforas son una forma de analogía, que posibilita una comprensión indirecta de Dios y otros conceptos teológicos3. Por lo tanto, para Tomás de Aquino lo que se “transporta” son conceptos que solo son accesibles por medio de la analogía, en su caso para el intento de comprensión de lo divino. Siguiendo en los medievales podemos sumar las aportaciones de Juan Escoto Eriúgena que utilizará metáforas para describir la naturaleza de la creación y la relación entre Dios y el universo. Desde su enfoque filosófico-teológico, sostiene la idea de que las metáforas son esenciales para expresar verdades trascendentales. Puede notarse una ligera transformación de lo que “transporta” la metáfora, en este punto empieza a tomar la condición de verdad; Aunque durante la mayoría de la edad media toda verdad será propiedad de lo divino, poco a poco irá bifurcándose el camino, hacia un conocimiento poco a poco menos teológico.
Años después, para John Locke en Ensayo sobre el entendimiento humano4, le dará relevancia a a las metáforas como parte del lenguaje, pero previene del uso excesivo de estas, puesto que desde su perspectiva pueden llevar a la confusión y la falta de claridad en la comunicación. Locke suma a la idea de la metáfora como transporte la importancia de ser claros en lo que se busca transportar, es indispensable reconocer que utilizar demasiadas metáforas no necesariamente van a funcionar para transportar lo que se requiere. Por su parte Kant no se enfocará propiamente en el estudio de la metáfora pero en su Crítica del juicio apoyará la noción de que la metáfora puede ser una manera de mediar lo sensible con lo intelectual.
Definitivamente uno de los pensadores más revolucionarios de la metáfora fue Nietzsche, él hizo de la metáfora una forma de transporte masivo y polifacético; aunque hay muchísimas cosas que se pueden decir sobre su manera de pensar la metáfora, por economía, me detendré solo a resaltar dos vertientes que trabajará en su libro Sobre verdad y mentira en el sentido extramoral, mismos que son fundamentales en su sistema filosófico: 1. Considera a la metáfora como lo que construye a la verdad y a los conceptos que creemos conocer; 2. Va a dar a la metáfora una supremacía dentro del lenguaje considerándolo en sí mismo metafórico y estableciendo una relación de necesidad entre la metáfora y el entendimiento humano. En este aspecto Nietzsche, pone a la metáfora en un lugar de supremacía dentro del lenguaje, como posibilitante en sí misma de transportar verdades(humanas). Sumando a lo anterior, Heidegger en La esencia de la verdad le da un papel a la metáfora fundamental, negando que su presencia sea únicamente ornamentaría, y sostiene que tiene un rol esencial en la revelación del ser, puesto que es por medio de esta como se puede revelar la verdad. Más adelante, Paul Ricoeur en su obra La metáfora viva, desarrollará todo un tratado en el que despliega genealógicamente el avance de la metáfora hasta llegar a la conclusión más importante en la que sostiene que “la metáfora es el proceso retórico por el que el discurso libera el poder que tienen ciertas ficciones de re-describir la realidad”5. Con lo anterior es vital resaltar que para este punto del análisis de la metáfora, esta ya no transporta conceptos o ideas, sino que desmonta o le quita ese velo a la realidad para enseñarla tal cual, esto es algo con lo que Derridá también estará de acuerdo y sumará desde su perspectiva, que las metáforas son “una transferencia de sentido que revela y oculta al mismo tiempo, jugando un papel crucial en la construcción del pensamiento filosófico”6.
La metáfora una acción en la que algo se transporta/transforma/devela, no es el vehículo como tal; es indispensable tenerlo en cuenta para pensar en su relevancia, porque hacer metáfora es algo que tiene desde mi perspectiva dos aspectos fundamentales: la suma y la resta. Por una parte lo que se suma o lo que se añade a algo, es propiamente un andamio que permite transportar un sentido, esto tiene particular importancia si pensamos que el sentido mismo de lo que se transporta está en esa codificación que permite la identificación con su connotación a la que hace referencia(no entraré en detalles, puesto que el tema desarrollado desde ese ángulo sería más parte de la lingüística), pero la parte que no hay que perder de vista es la sumatoria de esa articulación que le dota de sentido. Ahora bien, con respecto a la resta, lo que se sustrae es el sentido primario, o la significación de la que parte para poder realizar esa ecuación de intercambio, me refiero a que le tiene que quitar una parte de sí para dejar ese espacio en el que se pondrá algo más. Es por eso que la metáfora al mismo tiempo que nos revela algo, también nos oculta otra cosa, porque en sí lo que se ha transportado es el resultado de esa síntesis.
A partir de este punto, usaré una metáfora para hablar de la metáfora, por fin tendrá sentido que el nombre de este texto sea: La metáfora como médium. Un médium es una persona que se considera capaz de comunicarse con los espíritus de los muertos o con entidades del más allá. A lo largo de la historia su presencia ha estado relacionada con la adivinación, la quiromancia, la lectura del tarot, runas o demás “mancias”; al mismo tiempo su presencia está en distintas culturas: china, celta, vikinga, griega, india, etc. Según Kardec, hay ciertas condiciones particulares con las que debe contar el médium para lograr ese contacto con un espíritu, pero advierte la importancia de que esta invocación sea de manera particular, lo explica de la siguiente forma: “En una asamblea, no ceder la palabra a nadie implica dejarla libre a cualquiera, y se sabe lo que de ahí puede resultar. El llamado directo que se hace a un Espíritu determinado establece un vínculo entre él y nosotros. Lo convocamos porque es nuestro deseo, y de ese modo oponemos una especie de barrera a los intrusos.”7 Pensemos que cuando se eligió a un espíritu determinado y se le ha llamado, este tiene las puertas(espirituales) abiertas como para poder comunicarse, esto lo hará por medio de la persona que funja como médium, en otras palabras: un espíritu determinado tomará la voz de la médium para decir algo, sea la resolución de algo que no se conocía, información que se quedó guardada antes de convertirse en espíritu o algún dato que solo podría ser parte del espíritu mismo. Hay que inferir que momentáneamente el espíritu va a estar contenido en un medio material(el cuerpo físico de la médium) y que es precisamente ese atrapamiento lo que posibilitará el que comunique algo.
Esa precisamente es la misma dinámica que hay en la metáfora, como mencioné anteriormente: se encuentra la resta de la autonomía de la persona médium y lo que se suma es el espíritu que contiene una verdad por develar. Esta acción de posesión no es un mero capricho del espíritu, ni el uso meramente instrumental de la médium, sino una condición necesaria para la transmisión de algo; en la metáfora pasa lo mismo, porque es en ella misma donde se haya contenido algo que solo puede ser comunicado por ella, el mensaje no es lo relevante propiamente sino la dinámica en la que mensaje y verdad se unen para desocultar; no sería lo mismo que el mensaje sea dicho por el espíritu de Napoleón a que fuera dicho por el espíritu de un esclavo muerto en las plantaciones de algodón, no por ser más o menos importante, sino por la significación que contiene en sí mismo el personaje desde donde está siendo dicho el mensaje; he ahí la relevancia de a metáfora como aquella que posiciona al ente dentro de una condición ontológica. De la misma forma, la metáfora puede tener un mismo contenido, pero su origen será lo que dará un sentido distinto lo que contiene, casi como si fuera agua adaptándose a la forma del envase que le contiene, pero que a su vez no deja se tener la realidad de ser agua.
No hay que olvidar que la metáfora desde la perspectiva de Heidegger tendrá la capacidad de atrapar la verdad de la realidad, y esto es algo que siguiendo con la metáfora de la médium se ubicaría en la comprobación de lo que un espíritu está comunicando respecto a la realidad. Imaginemos que el espíritu de un esposo muerto es contactado por la viuda, y que para verificarlo hace una pregunta como: “¿si verdaderamente eres tú dime de que color eran las pantuflas que utilizabas?” Si la respuesta corresponde con lo que la viuda sabe porque es un detalle solo conocido por ella, es ahí donde habría esta corroboración de la verdad, pero no solo porque corresponde con aquel objeto por el que se pregunto, sino porque hay algo en la realidad que es compatible con lo que el espíritu ha dicho.
La metáfora de la misma manera contiene verdades que tienen correspondencia con la realidad y que develan la verdad de la misma. En este caso no hablo de una verdad en el sentido común de la palabra(como algo que es cierto o falso), sino pensada como un desvelamiento, algo que se revela o se desoculta y que deja ver las estructuras subyacentes de la realidad. Por ejemplo cuando Nietzsche en su parágrafo 125 de la Gaya ciencia que dice que “Dios ha muerto” está develando algo de la realidad, expone y deja al desnudo la muerte de la metafísica como posibilidad de resolución en el pensamiento moderno; y no solo eso sino que al mismo tiempo esa metáfora deja un cuestionamiento(que dentro del mismo parágrafo el mismo hace): “¿qué ponemos en ese lugar que se ha quedado vacío?”. Por ello ¿no es acaso que la labor filosófica es metafóricamente similar a la de un médium? ¿No nos vemos poseídos por espíritus que hablan de cosas que nos develan verdades? ¿Acaso no somos más que interlocutores de verdades a las que se acceden por medio de metáforas?
Después de este recorrido, me atrevo a hacer las siguientes aseveraciones, intentando darle una conclusión de este breve paseo por los campos de la metáfora: 1. Aunque las metáforas tengan la cualidad de transportar algo, es la forma en la que se transporta lo que permite que la metáfora tenga un sentido en sí mismo como desvelamiento de la realidad; 2. La metáfora es una operación en la que hay una transformación en sí misma, donde aquello que se devela también termina ocultando algo, y que es en ese intercambio en el que se suma y se resta algo, donde se abre una brecha para revelar ese desocultamiento; 3. La metáfora no es un mero recurso o herramienta para embellecer literariamente, es una forma en la que hermenéuticamente es posible construir conocimiento filosófico a través de esa transformación de algo, en un sentido que constituye un reflejo de la realidad; 4. Aquel que hace metáfora no describe pasivamente la realidad, sino que activamente deja que esta tome cuerpo a través de la palabra, como si fuera un médium.
1 Real Academia De La Lengua Española, & De La Lengua Española Asociación De Academias. (2015). Diccionario de la Lengua Española Rae 23a. Edición, 1 vol. Planeta Publishing.
2 Aristóteles. (1995). Poética (E. Ortiz, Trad.). Gredos. (Original publicado en el siglo IV a.C.)
3 Tomás de Aquino. (2006). Summa Theologica. Cambridge University Press.
4 Locke, J. (2017). Ensayo Sobre El Entendimiento Humano (A. Gouveia, Ed. y Trad.). Createspace Independent Publishing Platform.
5 Ricoeur, P. (2001). La metafora viva. Trotta.
6 Derrida, J. (1974). La mythologie blanche. Lagrasse: Verdier.
7 Kardec, A. (2007). El libro de Los mediums. Urano.
Análisis: