La Nochevieja, víspera de Año Nuevo o fin de año.
La Nochevieja, víspera de Año Nuevo o fin de año, es la última noche del año en el calendario gregoriano, se celebra desde que se cambió al calendario gregoriano en el año 1582, aunque, se estima que encuentra su origen en la celebración de fin de año originada en Mesopotamia en el año 2.000 a.C, entre los meses de marzo y abril, con el comienzo de las nuevas cosechas. Representaba el inicio de la primavera y su primera luna con la celebración del “Akitu” (Akītum – Corte de cebada) dando la bienvenida a un nuevo año durante doce días, en los que se realizaban ceremonia en el templo “Esagila”, el hogar del dios “Marduk”.
De igual manera es pertinente remontarnos a los inicios del Imperio Romano., en el 46 a.C. el emperador Julio César impuso que el día 1 de enero sería la fecha para celebrar la entrada del nuevo año, debido a que los ciclos de la Luna no eran constantes, ocasionando desfases en las estaciones según el calendario mesopotámico. En virtud de ello encargó al astrónomo Sosigenes que estableciera un nuevo calendario solar, denominado juliano por el dios Janus, dios que mira delante y detrás, es decir, al año que se va y al principio del que viene. Por esta razón se le representaba con dos rostros, uno viejo y con barba, y otro joven, como el nuevo año que comienza. El día 1 de enero fue la fecha destinada para dar la bienvenida al nuevo año y la extensión de las fiestas y celebraciones, tales como las fiestas Saturnales en honor a Saturno, el dios de la agricultura. Los romanos comían con sus familiares y amigos, y se intercambiaban higos y dátiles con miel, con la intención de empezar el año de la manera más dulce posible.
Las maneras de celebrar, las tradiciones y supersticiones son múltiples y variadas, dictadas por la ideología y cultura de cada país. Particularmente en México encontramos una gran variedad de creencias y ritos con el fin de atraer abundancia y prosperidad para el año venidero.
Al ser un cierre cíclico, la noche vieja representa la oportunidad de evocar y recordar los eventos vivenciados a lo largo del año que esta a punto de finalizar, llegando así a una retrospección y, en consecuencia, a un análisis de ¿Cómo fue ese año?, ¿Qué fue placentero y que no lo fue?, ¿Qué agradezco de ese año?, etc. Con base en esta retrospección y bajo la premisa de que somos perfectibles, se nos da la oportunidad de establecer nuevas metas y objetivos con el año venidero, en pro de generar un mayor bienestar.
Valdría la pena preguntarse: ¿Qué es lo que quiero para el próximo año?, ¿Qué puedo hacer para alcanzar mis metas a futuro?, ¿Qué cambios puedo hacer?, etc.
“No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”
Séneca