On body and soul

Es una película muy conmocionarte, más que conmovedora. Llena de contrastes, la sangre del matadero, el sufrimiento que sus paredes encierran, no únicamente de los animales ahí muertos vueltos carne de consumo, sino las historias de soledad que sus personajes nos comparten. María y Endre habitan en los opuestos de la vida; ella hermosa, callada, con algún tipo de autismo; él viejo, con un brazo tullido, sobreviviendo a la existencia. Se encuentran cada noche en un presente paralelo, un edén invernal, son ciervos, bellos, salvajes, libres; sólo ellos y la existencia, inmersos en una vida apacible sin depredadores.

En el juego de la ficción no sé si vale interpretarlo todo, o creer que todo está plagado de simbolismos. Hay momentos en los que el artista quizás lo único que quiere es jugar, y ese juego, valga la contradicción, está plagado de símbolos. María necesita alguien que le explique el mundo, por eso va con su terapeuta desde que era una niña, él mismo le pide que acuda con alguien más, pero para ella es imposible ya que la creación de vínculos le es muy complicada porque no entiende ni codifica la realidad como las demás personas. Probablemente Endre será el que recodifique el mundo para ella.

Se puede entender la historia como una metáfora de un amor codependiente. Con estas fantasías del amor a primera vista, de estar conectados, de sentir que sin el otro la vida se va, de no necesitar nada más siempre que el otro: la pareja, esté presente. Entendiéndolo como un apego psicótico, 

Independiente de todo el trasfondo violento, presenciar la muerte silenciosa, ver la sangre, el proceso velado de muerte animal, el desmembramiento; sumado a un amor absurdo y codependiente. Me quedo con una sensación de belleza, es que es un poema, y no creo que lo pueda decir de otra manera, esta película es un poema, porque ¿Cuál es motivo de la poesía? El amor, la muerte y la locura. 

Reseña: