Vivimos en un momento histórico en el que la información, la comunicación y la tecnología es parte de nuestra cotidianidad. Sin embargo a pesar de esa multiplicidad de posibilidades para conocer, aprender y transmitir, la normativa es la de mantenerse dentro de los limites de lo gregario, es decir: hacer lo que la mayoría hace, pensar lo que la mayoría piensa creer lo que la mayoría cree. Pensar, cuestionar o hacer preguntas es algo que parece innecesario en una sociedad donde todo está al alcance de “googlear” o hacerle una pregunta a alguna asistente como Alexa o Siri; donde hacer una tesis o escribir un ensayo está al alcance de dar una orden a ChatGPT. Sin embargo, hay algo que sigue siendo indiscutiblemente humano: la voluntad, y es ahí donde se sitúa la importancia de la duda.
Hay un episodio a los 6 años que me dejó marcado: en una ocasión (de muchas) mi abuela me llevó a la catedral de la ciudad. Al entrar lo vi y quede impactado, vi la representación de un Cristo clavado en la cruz, con las manos perforadas de manera primitiva por grandes clavos, heridas sangrantes por todo el cuerpo, raspones que dejaban expuesto el músculo y y un tocado en forma de corona de espinas que se clavaban en su cabeza casi llegando al cráneo; la experiencia fue grotesca, angustiante, sangrienta y dolorosa; y casi como si fuese un reflejo, me pregunté:¿porque ese hombre está sufriendo de esa manera?. Extremadamente angustiado y casi al borde del llanto, hice una pregunta a mi abuela: “¿porque ese hombre esta así?” Y ella en voz baja solo me dijo: “porque así lo dice la biblia”. No hubo más respuesta que esa, y en ese momento me conformé con aceptar lo que ella me dijo y por consiguiente: la biblia; recuerdo seguir sintiendo esa angustia y ese dolor de no entender porque alguien tenía que sufrir de una manera tan horrible, durante mucho tiempo y porque eso solo era justificado y visto como normal porque un libro lo decía.
Esto es lo que me motiva a escribir este trabajo porque ahora veo que cuestionarme ha sido algo que me ha transformado (y que transforma a toda persona que en algún momento se cuestiona). Aunque mi objetivos son limitados en esta ocasión busco intentar una crítica al conformismo cotidiano, en el que lo que se sabe o lo que se piensa no es cuestionado; y en un segundo plano, busco denunciar a ese “no cuestionar” normativo, demostrarlo como la vía regia hacia la inautenticidad y la falta de libertad. En concreto, la finalidad de este texto es dar argumentos sobre los peligros que encierra el ceñirse a la normativa contemporánea y regirse por una forma de pensar irreflexiva e incuestionable.
Para empezar: ¿Porque nos conformamos? ¿Cuáles son las causas por las que el individuo rechaza esa capacidad para tomar decisiones desde la libertad y solo actuar en función de la mayoría? El conformismo es una forma de pensar en la que una persona se decanta por aceptar aquellos criterios que están sostenidos por la mayoría de actitudes en su entorno social, aunque eso implique silenciar su deseo propio. Para Nietzsche el conformismo es una tendencia humana en la que se busca seguridad, comodidad y pertenencia dentro de la sociedad, pero a su vez lo considera una forma de debilidad y una renuncia a la autenticidad y voluntad de poder; si cada persona pensásemos en las razones por las que en algún momento nos hemos conformado, no surgiría la pregunta:¿me he conformado por seguridad y comodidad?, seguramente si la respuesta es positiva estaríamos de acuerdo con los argumentos de Nietzsche. Sartre en cambio considera que el conformismo es una forma de evadir la libertad y la responsabilidad inherente a la condición humana; desde su mirada, el conformismo surge de la huida constante en contra de la angustia y la incertidumbre que acompaña a la libertad; esto se cristaliza en uno de sus conceptos más famosos: la Mala Fe; Sartre la explica cómo: un autoengaño en el que una persona se niega a asumir la libertad y la responsabilidad total de sus decisiones, en lugar de asumir la libertad que siempre tenemos para elegir nuestras acciones, y que termina conformándose con las expectativas y normas sociales para evitar la angustia que deviene de enfrentar su libertad; todas las personas en nuestra cotidianidad tenemos la oportunidad de elegir pequeñas o grandes decisiones, pero tener mala fe, sería estar en esa constante evitación de tomar decisiones para evitar la responsabilidad que estas decisiones conllevan. ¿La realidad se nos presentaría diferente si fuésemos capaces de cuestionarnos las decisiones que hemos tomado? ¿Y que si la libertad en realidad fuera algo que nos prohibimos a nosotros mismos?
Lo siguiente que considero indispensable conectar es: ¿donde se asienta el conformismo?, ¿cual es el lugar en el que podríamos encontrarlo específicamente? Me parece que hay varias respuestas: el pensamiento, las ideas, la forma de pensar y los procesos internos que nos determinan; sin embargo estos son solo ramificaciones de un solo concepto que les une y del que parten todos: el ser. Este es quizás uno de los conceptos dentro de la filosofía que más discusiones y reflexiones ha generado, y este trabajo no lo dedicare a su discusión. Me limitaré a tomar de base el Ser, desde la perspectiva de Descartes, este lo entiende como una entidad pensante, el ser es la única certeza que podemos tener y que verifica nuestra existencia por medio de la duda, es decir: cuando dudamos(pensamos) entonces existimos, porque aquella persona que se está preguntando algo puede tener la certeza que esa pregunta viene de sí misma.
Retomando la idea cartesiana sobre el ser, es pertinente hacer una nueva pregunta ¿Qué características tiene el ser contemporáneo? ¿En qué se diferencia de ser de otras épocas? Este tema definitivamente sería tan amplio como para hacer varias tesis que contrasten dichas características; pero el camino que busco solo requiere enunciar algunas: la identidad cambiante, el éxito como rector de la vida, la acumulación de capital, individualismo, consumismo, diversificación en estilos de vida y conectividad constante a redes. Este estilo de vida conlleva a lo que distintos autores nombran de distintas maneras, pero que solo son conceptos con distintos matices de la misma, por ejemplo: Byung Chul Han la llama sociedad del cansancio; Sloterdijk la nombra como sociedad del rendimiento; Delleuze le menciona como Sociedad del control; Lipovestsky lo denomina como la era del vacío y Eva Illouz lo concibe como capitalismo emocional. Todas estas terminologías denuncian los peligros y amenazas instrinsecas a vivir en un mundo con paradigmas que normalizan, adoctrinan y distraen como parte de la vida cotidiana. Esto inevitablemente, tiene efectos en la forma en la que el Ser se define en la actualidad, porque la indefinición es lo que parece regir la era en la que vivimos, siendo una especie de promesa de libertad limitada solo a lo que se permite dentro de los estándares predeterminados; por ende, la relevancia sobre la importancia de la autenticidad y la autonomía ha pasado a ser de segundo plano, convirtiéndose en algo que solo parece opcional, así como ocasional. De ahí que aquelloque llamamos “vida” sea solo la repetición de decisiones que en algún momento de forma prescrita fueron determinadas por un Otro.
Me gustaría utilizar en este punto una metáfora que permita unir dos ideas: el conformismo y la inautenticidad. ¿Que es una moneda? En principio es un símbolo que representa un valor; estaremos de acuerdo en que, este depende del tiempo y el lugar en el que se encuentra; por decir, aunque un billete de 100 Euros pueda ser valioso, este no lo será en un lugar del mundo en el que no reconozcan su valor o que su valor pueda ser intercambiado a la moneda del país; a la par, si el Euro dejase de ser una moneda vigente, este solo seria un billete con un valor histórico pero no monetario. Una moneda, también es una medida, es decir: una normativa a partir de la cual se conviene mayor o menor valor dependiendo de la cantidad asignada a dicha moneda. Una moneda habitualmente esta constituida por dos elementos: el símbolo del país o lugar en el que tiene valor y en la otra cara el valor numérico que posee.
Teniendo en cuenta lo anterior, pensemos en el conformismo y la inautenticidad son como dos caras de una moneda, aquella que rige la normalidad de lo contemporáneo; por lo tanto por una parte el conformismo seria aquel valor-rango que se le asigna al ser, y la inautenticidad seria ese símbolo que representa a un mundo globalizado y homogéneo en el que la identidad y lo particular no tiene relevancia. El problema mas preocupante es que sea la moneda de uso cotidiano y vigente en nuestra actualidad, algo que se utiliza en el día a día para intercambiar, interactuar, relacionarnos, orientarnos, motivarnos, etc. Las consecuencias que surgen de esto son precisamente las atribuciones que describen al ser contemporáneo, desmotándolo de una narrativa propia, viviendo constantemente en una historia alienada, donde el sujeto mismo no ve la necesidad de cuestionar la información que constantemente lo alcanza. Para Byung Chul Han el problema está en vivir en un mundo en el que abunda la información producto de la globalización y el capitalismo; a su vez, esta información está consumida, masticada, digerida y defecada, la consecuencia de esto es estar constantemente consumiendo(lo defecado) eso sin cuestionar ni dudar de lo que se dice o lo que se informa.
Hay diversas consecuencias de esto, pero en general lo que une a todas estas consecuencias es la carencia de pensamiento crítico, esto desemboca en una pasividad intelectual, o sea: la falta de necesidad de hacer preguntas o reflexiones que vayan más allá de lo que normativamente sostiene el sistema como la “información oficial”. ¿Porque es tan costosa la libertad?
La libertad no es una cualidad que sea gratuita, o al menos no la libertad de pensamiento. Ser libre al pensar necesita de cuestionar lo que se piensa, hacer la labor de mover ese pensamiento para verlo desde sus distintos ángulos, luces, colores y matices; experimentar con las distintas interpretaciones y metáforas que nazcan de una idea; aventurarse en las profundidades de una pregunta que al principio parece ser solo un abismo sin fondo, en el que poco a poco podemos acostumbrar la vista a la oscuridad, distinguir primero detalles rudimentarios y al final ver en la oscuridad con una mirada felina devoradora de conocimiento. En cambio, aceptar la normalidad y la conformidad, son cadenas que atan a un mundo en el que no existen mas que patrones prediseñados y que al salir de esta normalidad hay rechazo, castigo y destierro. Por lo tanto: cuestionar es buscar una manera de liberarse de los grilletes de ser contemporáneo; normalizar es adornar esas cadenas con guirnaldas y buscar la belleza en esas limitaciones.
La normalidad y la hegemonía son gemelos monocigóticos, van unidos de manera perversa, siendo los regidores del mundo. Es por eso que las ideologías que se mantienen en la supremacía, son las que desde la cima controlan el mundo; son como dioses del Olimpo, tan caprichosas como las deidades. Ejercen su poder por medio del temor y el castigo; seducen con la estética y el erotismo; justifican la guerra y la violencia; engañan y malversan a conveniencia. Hegemonía y normalidad son la combinación perfecta para prohibir la duda, lo que se cuestiona es sacrilegio, herejía y blasfemia; porque ahí donde radica el poder parece no haber fallos ni falencias.
La duda siempre llevará a algún conocimiento, la obediencia condena a la ignorancia. Por ello mi propuesta para finalizar esta reflexión es la siguiente: Seamos Icaro desafiando al cielo; hagamos el rol de Lucifer cuestionando a Dios; imitemos a Prometeo compartiendo el fuego; aprendamos la serpiente del edén sembrando la duda que lleva al conocimiento y también seamos Eva arriesgando un paraíso de comodidades por la experiencia de un conocimiento auténtico.
Análisis: