Soy la mujer causa y consecuencia. No soy la mujer que diversos notables como Arthur Schopenhauer en su déficit de paridad calificaba de inferior. Proclamo y sigo la línea trazada por la Décima Musa, al discurrir, “Yo no estudio para saber más, sino para ignorar menos”, porque en el conocimiento hallo el derrotero al desarrollo, hallo la piedra que desbastaré para formarme y reformarme a golpe de cincel, con ello la pujanza cobra sentido, mismo que impregnará a otras que como yo, lidian, anhelan, crecen, florecen, logran, en una avatar duro, competitivo y voraz.
Desde mi espacio contribuyo a la generación de pensamiento, a la flexión y reflexión de ideas, al cambio constante, a la consciencia. ¿Será eso feminismo?, no lo sé, tal vez sea muy severo responder de forma tajante, pero si puedo decir puntualmente que contribución si hay, voluntad y ganas definitivamente si hay.
Asumo ser «contagiadora” del legado invaluable de Simone de Beauvoir, mujer rota hecha total, tan precisa hoy en este día como siempre, sus palabras resuenan así: “Una mujer debe amar con su fortaleza y no con su debilidad, no escapar de sí misma sino encontrarse…”
Por mi parte me encuentro en las líneas de la investigadora y novelista Sara Sefchovich, cuando atinadamente expresa, “El cambio no vendrá impuesto desde arriba, sino al contrario desde abajo, rompiendo los autoritarismos”
Y en ese orden la mujer deber SER LO QUE QUIERA Y PUEDA SER, en uso de su libre albedrío, en uso de sus posibilidades y ampliarlas si es ineludible, en uso de su consciencia, labor difícil y construcción constante. ¡Sin duda!, pero no imposible. Yo decido ser siendo con las aquí nombradas y soy siendo con ustedes, con todas.
Con respeto y admiración en conmemoración del 8 de marzo 2024.