12 de diciembre: Virgen de Guadalupe
No es propósito de este ocurso modificar o juzgar las creencias religiosas que atañen a nuestra sociedad, pero si contribuir a la reflexión abierta que devenga en la construcción del pensamiento, pues esto lleva su tiempo.
Virgen madre, madre virgen, total y absoluta, asi es la figura que se celebra cada 12 de diciembre en nuestro país desde 1531, cuando al parecer el mexicano comenzó a tener madre, a la que luego olvida, pero a la misma que regresa, o bien la sociedad le recuerda que adolece de ella por medio del lenguaje popular, «no tienes madre» remitiendo a la falta y a la orfandad.
Que conveniente resulta tener una madre total, asexuada, libre de placeres, que fomenta como via de alcance el
sufrimiento en el nombre del amor. Ven a mi que soy tu madre y te exhimiré de tus faltas y las consecuencias que imperen sobre ellas, pues eso hacen las «buenas» madres.
Entonces, qué pasa con aquellas que promueven la responsabilidad, el crecimiento, la autonomia, ¿no dan amor?, a caso son «malas madres», pero bueno sigamos…
El sujeto que sueña da la espalda al mundo de la consciencia, y de ello da ilustración Juan Diego, que a decir de los anales históricos, fue un hombre influido por los franciscanos, padre de familia, y con un recien duelo por la muerte de su esposa, accedió a una aparición, (simil de un sueño) de una bella y dulce mujer maternal, que por cierto lo conquista y
anula, al decirle, Juan Dieguito, el más pequeño de mis hijos.
Una madre que a cambio de su amor absoluto se erige en tótem por medio de lo onírico y de lo ominoso también. Un hombre en falta de mujer ( la esposa) retorna al cómodo regazo de la madre buena y completa, que cubre y aisla con su manto protector a un hombre que se duele de su pérdida.
Nuevamente el hombre es «conquistado» por un mitico simbolo que lo exhime de la responsabilidad de salir a la vida a conquistar, a ir por lo suyo, pues Guadalupe, madre buena no lo permite.
Históricamente los mexicanos hemos sido un pueblo de conquitados y no de conquistadores, lo cual como lastre ha
hecho mella en lo social, cultural y en lo psiquico, pues seguimos buscando al padre y a la madre en diversas figuras simbólicas, lo que se traduce en una perenne conquista ideológica que tan solo ha sometido al mexicano aun cúmulo de mitos y heroes creados a conveniencia de la historia, tal vez para seguir fomentando la mediocridad en un pueblo que clama libertad para ser y pensar, simplemente CRECER – CREE SER.
De acuerdo con todo esto ser madre a la mexicana es parecerse a la virgen, madre total, completa, sin deseos, mucho menos sexuales, mujer que aplasta, que se vive con el fal- hijo que será su propio falo, madre control, no solo del hijo sino del padre por medio del hijo quien es portavoz de sus demandas.
Cómo nos influye está mitica figura en nuestro ser mujer y nuestro ser madre aun en este nuestro tiempo.
Si observamos la imagen de Guadalupe virgen, aplasta a la serpiente y el hijo debajo de ella, a sus pies, la sostiene y la carga, pero que no se muestre mujer deseante, porque traiciona al mito y al hijo, si se yergue Guadalupe, se afianza y si el hijo deja de ser «Juan Diego, el más pequeño» ella ya no es, el sentido de ella se acaba.
Que sirvan estas lineas para replantearnos la influencia de esta figura en nuestra cultura y en nuestra psique.