
A razón del 14 de febrero, es oportuno saber que nos hicieron creer que el amor “lo cura todo” parece que no lo comprendimos con detallada precisión, pues no vimos “la cura” del verbo curar, que dícese en cualquier diccionario con el mínimo de vocabulario que esa palabra significa lo siguiente:
Hacer desaparecer una enfermedad, una herida o un daño físico a una persona, un animal o un organismo.
Sin embargo, pareciera que nos quedamos en la aparición y conservación de esa enfermedad llamada amor convirtiéndose en LOCURA…TODO, ¡si efectivamente! Lo entendimos junto con pegado, amor siamés, tu y yo somos uno mismo etc. Insistimos por ello en que no lo entendimos y lo practicamos muy mal…
Jaime Sabines reforzaba la locura, (enfermedad) en su poema “Espero curarme de ti”, al decir:
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
(El amor vivido como una enfermedad, Sabines lo deja muy en claro)
Pero continuemos…
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Sabines normaliza el no apalabrar, el no decir, ahora vamos comprendiendo por qué tenemos los conflictos que tenemos en ese “Amor que LOCURA TODO”. Recordemos que en el argot psicoanalítico se dice, “lo que no se habla se actúa”, bueno, consideremos que el buen Jaime Sabines no lo sabía y muchos de nosotros tampoco, pero suena idílico, bonito, romántico, pulsional, arrebatado, sufriente y así nos han dicho que debe y tiene que ser el amor, si no, no lo es.
El amor es un proceso, es trabajo, es esfuerzo, así lo aludió Sigmund Freud al decir que la capacidad de amar y trabajar son pilares de la salud mental, pues él consideraba que el amor y el trabajo productivo eran piedras angulares de la humanidad, para él, una persona sana y madura es aquella que puede amar y trabajar.

La capacidad de amar se refiere a la posibilidad de establecer relaciones auténticas con otras personas. La capacidad de trabajar se refiere a la posibilidad de sentirse generativo y orgulloso de las tareas que se realizan.
En este sentido, una relación sana es aquélla en la que las personas se sienten seguras, en confianza, cuidadas, valoran su autoestima, hay sinceridad, se muestran tal cual son y así se aceptan; no existe la necesidad de mentir y no se dominan. Entonces estar en pareja significa que asumimos que no nos pertenece, porque igual que nosotros tiene derechos e identidad propia, es contar con libertad y confianza de expresar lo que está sucediendo, para así lograr una solución por medio del diálogo. ¡Uffff que bonito se lee y que difícil llevarlo a la práctica!
No está mal enamorarse, no está mal amar sino hay que saber cómo y a quién le pedimos y le damos amor.
El amor hoy por hoy debe ser un encuentro rico y auténtico con un otro, respetando en libertad esa diferencia que no viene a complementar sino a sumar a esa totalidad que como individuo se debiera tener, no es mantener el amor en una capsula sino enseñarle a volar, ser para sí, además de ser para el otro, de ese modo se habrá definido un derrotero consciente el cual recorrer en compañía, es una construcción no un hecho azaroso no lo olvidemos.
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