Psique y Cine: Beautiful boy
La película narra la historia de Nick, un joven de 18 años, consumidor de sustancias ilegales y alcohol desde los 16 años de edad. Criado en un contexto familiar complicado debido al divorcio de sus padres, Nick tuvo una custodia compartida, pasó la mayor parte del tiempo con su padre y el contacto con la madre se daba en visitas durante las vacaciones. La figura paterna fue fundamental en su vida, dado que su padre se volvió a casar y formó una nueva familia con dos hijos pequeños. A pesar de estos cambios, la relación entre el joven y su padre se mantuvo sólida y enriquecedora. La trama sigue los altibajos de Nick entre la influencia de sus dos progenitores, presentando diversos recuerdos y perspectivas de todos los involucrados y reflejando las múltiples dimensiones de su batalla.
La adicción parece cumplir un papel fundamental, especialmente considerando el contexto de la separación de sus padres. Este evento es un proceso particularmente doloroso y complejo para cualquier niño, ya que implica no sólo la necesidad de adaptarse a un entorno diferente, sino también enfrentarse a un conflicto interno marcado por situaciones confusas como el temor al abandono, la falta de cariño, un futuro incierto, etc. La intensidad de estas preocupaciones depende del apoyo y la atención que el niño reciba de sus padres. En las escenas de la película, se observa que Nick vivió su infancia desde una posición esquizoparanoide, en la que su mundo interno estaba fragmentado y experimentaba a los objetos (figuras parentales) como buenos o malos de manera extrema. Esta fragmentación y la falta de integración de estos objetos, lo llevó a una experiencia pasiva, en la que no tenía control sobre el rumbo que tomaría su vida tras la ruptura familiar. La pérdida de una figura parental como objeto amado, podría haber generado en él una profunda angustia y una defensa depresiva. Esta angustia no procesada lo llevó a recurrir a mecanismos de defensa como la escisión, que evitaba la integración de las experiencias buenas y malas, y la identificación proyectiva, donde depositaba aspectos no deseados de sí mismo en los demás. En este sentido, la adicción podría ser vista como un intento de escapar de la ansiedad persecutoria y depresiva, funcionando como un mecanismo de defensa que busca evitar la angustia existencial y la desesperanza profunda que experimentaba.
Al no tener la oportunidad de abordar abiertamente la situación del divorcio de sus padres, se vió privado de un espacio en el que pudiera expresar y procesar sus emociones de manera auténtica. Según Winnicott, el «verdadero self» emerge cuando un niño tiene la oportunidad de experimentar y expresar sus sentimientos y necesidades genuinas en un entorno que lo contiene y lo valida. En contraste, cuando un niño se siente obligado a adaptarse a las expectativas externas, puede desarrollar un «falso self», una fachada que protege al «verdadero self» pero que, a largo plazo, puede generar una sensación de alienación y vacío interno. En este caso, la falta de un entorno suficientemente «bueno» que le permitiera explorar sus emociones podría haber contribuido al desarrollo de un «falso self» que se manifestaría en su dificultad para lograr sentirse integrado en ninguno de los dos hogares, lo que podría interpretarse como una defensa contra el dolor emocional que no pudo procesar adecuadamente en su infancia. Winnicott señala que la capacidad de jugar y de ser creativo es una expresión del «verdadero self». Si esta capacidad se ve comprometida, como podría ser el caso de Nick, quien recurre al consumo de drogas como un medio inadecuado para manejar su malestar emocional, esto sugiere una desconexión entre el «verdadero self» y la realidad externa.
Nick utiliza las sustancias como una forma de evadir la carga de la realidad. Él mismo lo describe: “Cuando fumo, se suaviza lo estúpido de la realidad cotidiana”. Desde una perspectiva psicoanalítica, nuestra forma de procesar la realidad se basa en cómo interpretamos y damos significado a nuestras experiencias, y estas interpretaciones, al ser expresadas verbalmente, configuran nuestra identidad, nuestra percepción del mundo y nuestra posición en él. No obstante, carece de esta capacidad para poner en palabras sus emociones y pensamientos, lo que lo impulsa a buscar constantemente experiencias sensoriales para llenar el vacío emocional dejado por una infancia sin una conexión afectiva sólida. Así, recurre a mecanismos que le permiten enfrentar aquello que nunca pudo expresar abiertamente.
Las drogas no sólo funcionan como un paliativo frente al vacío generado por la ambivalencia de su entorno familiar, sino que también se convierten en un ancla que le otorga un sentido de pertenencia dentro de la comunidad. Esto le proporciona una manera más accesible de sobresalir al vincularse con un grupo que comparte sus luchas y características, en lugar de enfrentar el desafío de buscar la aprobación bajo la mirada crítica de sus padres, un anhelo insatisfecho en su vida.
David, el padre, se adentra en el mundo de su hijo con la intención de salvarlo de la adicción, lo que lo lleva desesperadamente a tomar un rol de “salvador”. Además, toma acciones externas, como buscar apoyo profesional, informarse sobre el tema e incluso experimentar con sustancias. Sin embargo, en este proceso, parece pasar por alto la individualidad de Nick, olvidando que la situación trasciende su deseo de ayudar y su voluntad, esto lo sumerge en un estado de constante preocupación, paranoia y desgaste emocional, aunque su hijo no ha muerto, la imposibilidad de «rescatarlo» representa una forma de pérdida simbólica, lo que activa un proceso de duelo anticipado.
La insistencia del padre en buscar apoyo personal puede interpretarse como un intento de lidiar con la ambivalencia de sentimientos que surgen en este tipo de situaciones, donde el objeto amado (su hijo) está físicamente presente, pero emocionalmente distante. Esto crea una tensión interna en el yo, que debe resolver la contradicción entre la presencia física y la ausencia emocional del hijo.
La frase de la madre en el grupo de apoyo, “siento que llevo años en duelo, porque aunque ellos estén vivos, no están realmente presentes”, subraya la experiencia de la pérdida simbólica, donde el objeto de amor no está completamente perdido, pero tampoco está completamente accesible, este proceso, ya de por sí doloroso, se prolonga y se torna aún más complicado cuando la pérdida es incompleta, dejando al alma atrapada entre lo que fue y lo que ya no puede ser.
Ficha técnica
Título original:
Beautiful boy
Año:
2019
País:
Estados Unidos
Dirección:
Felix Van Groeningen
Reparto:
Steve Carell, Timothée Chalamet, Maura Tierney y Amy Ryan
Género:
Drama