Este 20 de junio se celebra el día más feliz del año, la selección de la fecha de celebración de acuerdo con expertos (psicólogos y meteorólogos), estadísticamente es el día más feliz del año, lo cual se sustenta en el análisis de las emociones de miles de personas durante este día en específico, dado que se despide a la primavera y se da la bienvenida al verano. Algunos de los factores a tomar en cuenta son las condiciones climáticas, temperaturas favorables, el incremento de las horas de ocio, la proximidad de los días libres o vacaciones, entre otros, que ayudan a las personas a sentirse más relajadas y con mejor ánimo emocional y mental.
Este día se institucionalizó por ser la contraparte del Blue Monday o el día más triste del año que es el 16 de enero, el cual se catalogó así gracias a varios estudios y encuestas en el mundo en donde se identificó más vulnerabilidad en el estado de ánimo de las personas, producto de las festividades decembrinas y la cuesta de enero, donde se ve este fenómeno financiero y económico que incrementa en costos de productos en el mercado y los sujetos están más gastados por los regalos y obsequios de esta temporada.
Como vemos en estas efemérides, la importancia de la economía es el motor de las sociedades actuales, un factor determinante para la organización social y cultural es el capitalismo, estimulando en los sujetos el consumo de productos de tipo cotidiano, sostenidos de una fantasía una verdadera economía\ficción, cambios sociales y culturales manipulados por los objetos de deseo, creando una sociedad disciplinaria produciendo individuos alineados y uniformes sostenidos para alcanzar una imagen ideal sustentada por un estereotipo que nos han promovido en esta utopía, que sólo incrementa el individualismo con un corte narcisista y hedonista, donde la “felicidad” queda reducida en el consumo, provocando incertidumbre y creyendo que el bienestar está al alcance de nuestros bolsillos, creando confusión y desmotivación, donde nada es suficiente y todo es desechable.
Es por eso que nuestro quehacer como sujetos y Psicoanalistas debemos ayudar al analizante a vislumbrar su propio deseo y no el de la cultura, dejando en claro que la felicidad es subjetiva y distinta según nuestra historia, nuestra psique, y que la fantasía y las expectativas creadas por el capitalismo estarán condicionadas al consumidor, en donde nos venden la idea de satisfacción, una ilusión que sólo obtura el deseo singular.
Bibliografía:
Freud S. (1930). El malestar de la cultura. Obras completas, vol. XXI. Buenos Aires. Editorial Amorrortu
Jameson, F. (2001), Teoría de la posmodernidad, Madrid: Edit. Trotta.