Hasta el hueso

Hasta el hueso, película dirigida y escrita por Marti Noxon, nos presenta a Ellen, una chica con anorexia nerviosa grave, quien como último recurso para salvaguardar su vida, se interna en una casa de rehabilitación poco convencional tras haber sido expulsada de una clínica.  

La película nos muestra de forma cruda, cómo es vivir con un trastorno de la conducta alimentaria, las consecuencias tanto físicas como emocionales de este padecimiento, así como el papel tan importante que juega la familia en la enfermedad. 

Ellen (Lilly Collins), una joven de 20 años  con un diagnóstico de anorexia nerviosa, vive con su madrastra Susan y su media hermana Kelly, tras ser echada de casa de su madre Judy, la cuál padece episodios de bipolaridad. El padre de Ellen brilla por su ausencia a lo largo de la película, podemos entender que la única forma en la que está presente en la vida de Ellen es económicamente.  

Debido a este ambiente familiar, el abandono en el que se encuentra y el padecimiento mismo, Ellen tiene dificultad en formar vínculos; esto se ve reflejado durante la trama, donde la protagonista suele rechazar el apoyo y acompañamiento tanto del doctor a cargo de su caso, el doctor William Beckham (Keanu Reeves) así como de su compañero Luke, quienes muestran interés por ella y su rehabilitación.

Pensando esto desde una visión psicoanalítica sería claro como Ellen no puede recibir nada “bueno” (cuidados, apoyo, interés) de los demás, ya que a lo largo de su vida ha recibido vivencias y situaciones “malas”. Así como ella se ha sentido rechazada a lo largo de su vida por sus figuras paternas, ahora ella rechaza todo lo que el otro le pueda ofrecer (comida, ayuda, acompañamiento, salud). 

Durante una conversación con la protagonista,  Judy reconoce la falta de vínculo e interés por Ellen desde su nacimiento, debido a que la madre tuvo depresión post-parto, dejando en un abandono total a su hija, desde muy pequeña, llevándola a tener comportamientos sumamente primitivos y regresivos; esto lo podemos ver en un momento de la trama, cuando Judy busca alimentar a Ellen con un biberón en posición fetal, pensando que esa acción podrá determinar y mejorar el curso de la vida de Ellen. 

Una autora destacable en el estudio de la anorexia desde una perspectiva psicoanalítica, Maud  Mannoni nos dice en sus escritos que estas madres no tienen nada para transmitirle a sus hijas y los padres son reducidos a la inexistencia simbólica de su función, situaciones notorias en la vida de Ellen. 

A lo largo de la película vemos como Ellen, que durante su estancia en la casa de rehabilitación se hace llamar Eli, está a punto de ser intubada debido a su resistencia al tratamiento, mientras el doctor utiliza una práctica distinta al resto de clínicas de rehabilitación donde busca que la joven misma deseé mejorar y vivir. 

¿Podrá Eli encontrarle sentido a su vida y hacerse cargo de su cuerpo y salud? No te pierdas este film que se encuentra disponible en Netflix.   

Análisis: