En adición al día Internacional de la depresión referiremos que la palabra depresión proviene del latín depressus, abatimiento, y es uno de los trastornos psiquiátricos más antiguos de los que se conoce. Inicialmente fue denominada melancolía.
Es importante comentar que, en México, 15 de cada 100 habitantes sufre depresión, y la cifra podría ser mayor porque algunas personas jamás han sido diagnosticadas y viven hasta 15 años sin saber que tienen esta afección, que se manifiesta por un estado anímico de nostalgia profunda, esto de acuerdo al Boletín UNAM-DGCS-455de Ciudad Universitaria, (UNAM).
Algunos pacientes, en el espacio terapéutico refieren, que la depresión la viven como, la sombra que los invade, el monstruo que los devora los agota y debilita, que por más ganas que tienen de levantarse no pueden y que sus familias y /o pareja no saben que es no querer alzarse de la cama y no querer hacer nada, y en diversas ocasiones lo asocian con flojera.
La depresión se vuelve día con día un factor de ausentismo laboral y escolar, justo es eso, como lo dicen los pacientes en consulta, es la sombra obscura que se normaliza en un contexto donde la palabra se encuentra en desuso.
Este padecimiento se torna en un grito callado, pero no se sabe articular el pensamiento preciso para desentramar el cúmulo de nudos que habitan en el ser, pues no se halla la salida.
Por ello, nosotros, el personal de salud mental debemos favorecer el uso constante de la palabra por mínimas que estas sean, ya lo decía Sigmund Freud, “La ciencia no ha producido un tranquilizante tan eficaz, como son unas palabras bondadosas”.
Este tipo de enfermedades mentales no respeta condición social ni edad, y existen factores que pueden predisponerla, como la violencia, las carencias económicas y depresiones endógenas, relacionadas con neurotransmisores, como podemos apreciar se trata de puros actos que en la praxis clínica se dice, “Lo que no se habla se actúa”, por algún lado se filtrará lo deprimido, lo hundido, lo contenido.
Hagamos cultura de prevención de la depresión, recurramos a la expresión verbal , que explote lo que tenga que explotar pues de las ruinas se edificarán construcciones sólidas y conscientes en el acompañamiento prístino del ejercicio terapéutico y no lo dejemos a la ruindad de la de la limitada tecnología que con sus símbolos, (emojis) que trata inútilmente de reemplazar el sentir humano que no será bajo ninguna premisa equivalente del uso constante del “DECIR”.
Te escucho para que te escuches, insisto hagamos cultura del trabajo psicoterapéutico que no en vano se ha dicho que es la cura por el habla.
Es urgente actuar y poner manos a la obra, pues la depresión hoy se manifiesta en los más pequeños, preguntémonos, que sociedad tendrá este país y el mundo en pocos años, simplemente ahora.
El cambio es ya, y privilegiemos a la salud mental, nosotros lo hacemos, ¿te sumas?