La niña callada

Esta película revela la importancia del afecto como un elemento formador en la vida del ser humano, la mirada adulta y cercana otorga existencia.  Aquellos que están en edades tempranas ésta virtuosa conexión, “la mirada” sostiene la vida emocional, allana el transitar humano, pues de ser así contará con mayores recursos para enfrentar múltiples avatares.

En la Irlanda rural de los años ochenta, una pequeña niña de 09 años es enviada durante la llegada del verano lejos de su familia original, después de vivir en circunstancias violentas, de hacinamiento, pobreza y sobre todo nulidad afectiva, este contexto la silencia, la oprime y reprime, condenándola a un obscuro olvido y abandono por parte de quienes la debieron proteger.

Cait, es trasladada por su padre a la casa de unos parientes con el fin de que ayude en las labores domésticas, pero lo que encontró fue algo muy distinto, algo que ella no conocía, el afecto, acompasado de otras formas de vivir, tranquilidad, esfuerzo y paz, elementos suficientes para generar progresos emocionales.

Este drama nos deja ver el cúmulo de mensajes que los padres transmiten a los hijos mediante la relación vincular, a través de su presencia o ausencia, de la voz y las caricias, o la falta de ellas y de sus actitudes, como ya se mencionó, “la mirada”, ya que ésta es la materia primordial que será incorporada a los menores en el proceso de constitución de su persona.

Cait, no recibió eso de su núcleo familiar, pero afortunadamente el ejercicio parental y maternal son solo funciones, es decir, el ser humano puede acudir a otras figuras, tales como: familiares, amigos, maestros, entre muchos otros que pueden dar mejores recursos en el ejercicio de esa función parental, justo como sucede con la “niña callada”, a quien su entorno le negó el derecho a ser, y un cambio de entorno le permitió recuperar ese derecho a SER.

El filme hace que evoquemos una frase del Psiquiatra y Psicoanalista, Lauro Estrada Inda, plasmada en su obra ¿Por qué deja de amarnos nuestra pareja?, al decir que:

No se puede llegar a la condición de humano sin la ayuda de otra persona.

Sin desperdicio la última y sensible escena del trabajo irlandés que, sin mayores pretensiones que habitualmente el celuloide ofrece, emite un mensaje revelador, ¡Corre, lucha por tu derecho a SER!, así grande con mayúscula y con énfasis, porque aún en el silencio se puede decir tanto.

Reseña: