Monster: The Ed Gein Story

A propósito de los festejos de Día de Muertos recién transcurridos, vamos a hablar de monstruos, en la vida real. La serie Monster: The Ed Gein Story es la tercera temporada de la antología creada por Ryan Murphy y Ian Brennan, y examina la biografía —con mucha ficción— del famoso asesino Ed Gein quien es representado por Charlie Hunnam (Sons of Anarchy).

La serie no se limita a narrar una cronología de crímenes: insiste en hacer visible el “efecto Gein” en la cultura pop del terror —los ecos de Norman Bates, Leatherface, Buffalo Bill—, y al mismo tiempo se adentra en la anatomía del horror familiar (esa madre tiránica, esa lúgubre casa, ese aislamiento rural).  

En el guion y estructura destacan los saltos de tiempo, mezcla de “realidad” y ficción, escenas que refieren al cine de terror que inspiró Gein.  Mis mayores elogios para Hunnam sin duda, quien realiza (nuevamente) una actuación digna de ovación, una transformación inquietante —peso reducido, voz alterada, físico extraño—.  La atmósfera visual evoca lo grotesco, lo sucio, lo domésticamente pervertido —es decir, el horror no es tan “monstruo afuera” sino “monstruo dentro”. En la visión de sus creadores: Murphy y compañía parecen querer explorar cómo un sujeto (Gein) deviene símbolo de la “monstruosidad americana”, y cómo la cultura de masas devora y recicla ese horror.

Gein en sus muchas variantes según el enfoque desde el cual se observe , puede representar la pulsión de muerte llevada al límite, el horror de la casa-madre-padre que constituya un super yo verdaderamente cruel, la escisión del Yo que construye la “máscara de piel” de forma literal (en referencia a su esquizofrenia diagnósticada). Ver la serie puede funcionar como una catarsis (nos permite mirar lo que nos horroriza). Para algunos espectadores el morbo, la transgresión, la fascinación por lo aberrante es un modo de confrontar su propia pulsión de muerte sin implicarse directamente. Ahí radica la atracción: “ver lo que no quiero hacer, pero lo hago a través de otro”. En cambio, para otros la serie resulta insoportablemente grotesca porque no encuentran suficiente mediación simbólica: la exhibición del horror se vuelve la pieza central, y esa excesiva literalidad genera repulsión, ya no fascinación.

La serie se mueve justamente en esa zona ambigua: por un lado, al relatar la historia de Gein —un criminal que literalmente cosía piel humana y exhumaba cuerpos— es justo presentar la crudeza de sus actos para no suavizarlos, para no deslegitimar el horror. Pero, por otro lado, gran parte de la violencia gráfica no aporta reflexión adicional, sino que parece evidencia de “hacerlo más escandaloso para la audiencia”. 

En conclusión, Monster: The Ed Gein Story ofrece un espectáculo de horror que pretende recorrer la genealogía del mal en la cultura americana, con actuaciones tan magnificas como inquietantes y un planteamiento ambicioso. Para quienes gustan de enfrentar su lado oscuro televisivamente puede ser una experiencia fascinante; para quienes buscan una mirada simbólica y reflexiva, puede resultar ofensiva. Y esa doble polaridad es precisamente lo que, define al monstruo: lo que atrae tanto como repele.

Reseña: