A partir de un suceso de la nota roja, considerado como cotidiano en la ciudad, con una producción austera, sin caer en amarillismo y con un final sin concesiones, se nos presenta una película cruda, cotidiana y a la vez emotiva. Yessica, al llegar a la secundaria, establece amistad con su compañera Miriam. A pesar de sus diferencias en temperamento y en sus vivencias, se finca una relación de complicidad, que les permite compartir sueños y ansiedades, complementándose en sus vivencias y destellos de rebeldía, en un marco de deterioro familiar.
El conductor de una «pesera», por unos tenis nuevos, convence al hermanastro de Yessica, para que le entregue a su hermana; a partir de esa premisa, ella se encuentra expuesta y desamparada, sin ningún apoyo, ni la confianza de su familia, para enfrentar la violenta y humillante situación, que va a desembocar en un final, realmente trágico, que se presenta al espectador en forma realista y nada complaciente.
Dejando de lado al México “Bonito”, de los medios de comunicación y de los sueños de la clase dominante, el filme confronta al espectador contra una realidad penetrante, dolorosa y nada atractiva, poniendo el dedo sobre una serie de verdades inocultables. Haciendo una valiente denuncia de la violencia contra las mujeres; surgida de una serie de contravalores ya arraigados, que prohíjan la desintegración familiar, generada entre otras cosas, por la crisis económica y la marginación social.
En un ámbito cotidiano Yessica, no tiene un papel de adolescente modelo (simpática y agradable), ni de víctima, su comportamiento es molesto, con tintes violentos, agresiva y sobre todo se comporta encajosa con la candorosa Miriam. Realmente, ninguno se comporta con los parámetros convencionales de malo o de bueno, la madre de Yessica, más preocupada por el hecho, de que la abandone su hombre, deposita en su hija sus frustraciones y miedos, la madre de Miriam, sobreprotectora y manipuladora, trata de aislarla del mundo, incluso ni su maestra, ni el propio violador, tienen papeles convencionales.
Algo inquietante para el espectador mexicano de hace 21 años, fueron las imágenes que muestran la aparición recurrente de la «pesera», tienen una carga siniestra innegable, que se relaciona, con el sin número de «Micros» y transportes urbanos de la vida cotidiana, que constantemente estaban involucrados en historias de la nota roja así como de la prensa amarillista, percibiendo esos vehículos como una encarnación del mal, que generaban un peligro latente en la ciudad y de manera especial en la zona conurbada.
Ficha técnica
Título original:
Perfume de Violetas
Año:
2000
País:
México
Dirección:
Maryse Sistach
Reparto:
Ximena Ayala, Nancy Gutiérrez, Arcelia Ramírez y María Rojo.
Género:
Drama