Reflexión en torno a la Angustia como emoción
¿Qué provoca la angustia? ¿Cuál es su génesis? ¿Qué es?
Desde la antigüedad el hombre se ha protegido anímicamente contra la muerte, el mundo, el devenir incesante, la incertidumbre, el dolor y la soledad con el mito y la religión, con ella ha mitigado la angustia que el vivir conlleva.
En un paréntesis, podríamos equiparar la angustia con la ansiedad, y con la señal de defensa que podría presentarse ante los peligros incontables del mundo y la existencia, pero el mundo del hombre está más allá de lo natural, de lo puramente biológico o fisiológico, ya que el medio del hombre es la cultura, y de ella brotan también los peligros, dolores, obnubilaciones, violencias y malestares de los que nos tenemos que proteger anímicamente.
Remitiéndonos a la génesis de la cultura occidental, podríamos en una pequeña lista parcial, enumerar como ejemplo las filosofías que procedieron al mito, brindaron ideas y métodos para lidiar con la angustia que conlleva el vivir. Por ejemplo, Platón con la Epimeleya o el dominio de sí, Aristóteles con la Eudemonía, los Cínicos con la Anaideia, los estoicos con la Ataraxia, los epicúreos con la Autarquía, mesura del dolor y el placer, los Cirenaicos con el Hedonismo y los Escépticos con la Epojé. Todos ellos ya sea mediante la contemplación de las formas e ideas, mediante la preparación de la virtud en toda la vida, el abandono del peso de la cultura, del dominio sobre el dolor y el placer o mediante el hacer tabula rasa del conocimiento han intentado librar la batalla anímica por una estabilidad, por una armonía o equilibrio de nuestros estados emocionales, por evitar el miedo y la angustia, incluso, habría que agregar que esto es de vital importancia porque para casi todas estas filosofías, las emociones representan un estar en el mundo, algo así como nuestros pies sobre los que apoyamos nuestras acciones y existencia.
Pero volviendo al tema central ¿Qué es la angustia? Esta podría ser considerada como una emoción de desazón, incertidumbre, miedo, intranquilidad, en un intento por una simple descripción fenomenológica, pero qué es específicamente, qué la genera y para qué se puede usar depende de la época, la cultura e incluso de la persona.
Si partimos ahora de la modernidad, con Freud, por ejemplo, podemos encontrar a la angustia, aparte de la señal ante un peligro latente, como un monto de afecto exacerbado que no haya representación, como una emoción ante la castración simbólica o perdida, por ejemplo, ante el Edipo o la muerte y como la protección ante una representación traumática, incluso se podría decir que el síntoma es una forma de lidiar con ella (Bello: 2016 Pp.87).
Por otro lado, Lacan la pone como una señal del yo ante el desamparo, la merced del otro y en un estado de expectativa “Por una parte expectativa del trauma y por otra una repetición aumentada de él (Bello: 2016 Pp.87)”.
¿Pero la angustia podría ser reductible a una emoción indeseada, a algo a superar simplemente del trauma, la pérdida o el exceso de libido sin una descarga o sublimación apropiada? Echando un vistazo a esos otros autores y momentos de la historia, valdría la pena, también de manera breve y parcial, retomar aquí otros ejemplos de lo que la angustia puede ser, ya que, si bien es una emoción difícil y que espanta, también es emancipadora, fuerza creadora, y hasta puede que estado existencia ante la creación o el descubrimiento.
En un primer lugar valdría la pena revisar la concepción de Heidegger: “Lo que genera angustia se caracteriza por la indeterminación. El individuo que se angustia está aislado, solo, en sí mismo se origina la angustia, unida a la desazón ante un estar en el mundo hostil, y en la angustia se encuentra esa misma manera propia de estar en el mundo (Bueno:2010 Pp. 228).” O, lo que sería en otras palabras, como un pathos que nos revela la totalidad junto con la experiencia de la nada de entes determinados, y con ello un horizonte que hace la aparición del ente en su mundanidad y contra lo cual me protejo con el cuidado y el anticiparme al comparecer del mundo, lo cual la podría poner como el trasfondo de las acciones cotidianas y de la mundanidad en la que el Dasein (hombre) se desenvuelve.
Dando otro salto en el tiempo, con Sartre sería “«la conciencia de ser uno su propio porvenir en el modo de no serlo» y piensa que hay una «angustia ante el porvenir» y otra ante el pasado. Este segundo tipo de angustia nace cuando el sujeto se percata de la ineficacia de una resolución tomada en el pasado (Bueno:2010 Pp. 228)”. Y, con lo cual, se le pondría como la emoción que antecede a la libertad y la posibilidad.
Ahora bien, en una última parada, valdría la pena revisar la conceptualización de Lévinas:
“La posibilidad más propia, la posibilidad en la que se produce lo propio como tal; la posibilidad intransferible, posibilidad que, por tanto, es mi yo, la ipsiedad; la posibilidad aisladora, puesto que, al ser la posibilidad más propia, corta todos los lazos de unión con los demás hombres; la posibilidad extrema que sobrepasa a todas las demás y junto a la cual todas las demás palidecen; posibilidad por la que el Yo se desprende de todas las demás posibilidades, que se vuelven insignificantes ( Levinas:1998 Pp. 65)”, y la forma en que, digamos, esto puede ser interpretado, es que no solamente es una emoción ante la muerte, si no la posibilidad de apropiarme de mi vida, de traspasarla, de una forma de ipseidad pero sobre todo de elección.
Ahora, para finalizar, y estirando un poco la concepción de la angustia, quizá, también podríamos decir que es la que está al nacimiento de la filosofía, ya que Sócrates nos hablaba de un vértigo que está presente y se produce en el conocer o descubrir.
“Con Sócrates lo que está en juego es ese vértigo existencial de lo asombroso de preguntar, esa sabiduría antropológica de una conciencia que se interroga, en donde su elemento originario es la pregunta misma (Quiroz:2012. s. pag.)”.
Hasta aquí no se ha hecho más que un pequeño recorrido para intentar ver a la angustia más allá de un marco clínico y como algo que erradicar, como toda emoción o producto de algo que tiene origen en el hombre puede utilizarse, pensarse y llevar hasta donde necesitemos o podamos, entonces, ahora podemos preguntarnos ¿Qué podemos hacer con la angustia?
Bibliografía:
Bellón, M. (2016). La angustia ante lo irreductible de lo real. In VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires.
Bueno Gómez, N. (2010). El futuro y la angustia.
Levinas, E. (1994). Dios, la muerte y el tiempo. Ediciones Cátedra.
Sierra, J. C., Ortega, V., & Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Revista mal-estar e subjetividade, 3(1), 10-59.
Quiroz, P. (2012). Sócrates, entre mito y razón. Byzantion nea hellás, (31), 29-45.