Filosofía y Psique – Moral y religión: Una relación aporética

La religión actualmente es concebida bajo la noción de la fe, y de la idea de un mandato a ciegas, debido a ello es que, en temas como el aborto, el matrimonio igualitario y la igualdad de género se torna complejo, sobre todo cuando las leyes intentan dar un fundamento con base en ellas y la tradición.
Pero en este pequeño ensayo libre me gustaría analizar la relación entre moral y religión, para intentar rescatar dos aspectos importantes que se han perdido de vista a la hora de enfrentar una cultura positivista, empirista, contractualista y humanista (moderna y posmoderna), contra las ideas y dogmas religiosos (fundamentados en la tradición).
Ahora bien, el primero de estos aspectos, sería en torno a definir que es la religión, ya que si bien esta remite a creencias, generalmente de corte metafísico, con ejercicios existenciales y normas, también podríamos decir que genealógicamente, en la antigüedad, estaba asociada a dos connotaciones, la griega (occidental), enfocada en la reflexión, y la India (oriental), que se regía bajo la idea de la comunión o el unir a la gente.
Profundizando un poco en esta primera parte, podríamos decir que para el griego seguir un dogma a ciegas, por ejemplo el cumplir rituales por cumplirlos, era considerado como superstición no religión, y que la religión implicaba un cuestionar, preguntarse y reflexionar en torno al papel de lo divino, que en ese entonces imperaba bajo un marco naturalista (la physis) y donde los dioses regían el destino de los hombres advirtiéndonos bajos historias (mitos) los desenlaces trágicos que se podían obtener y como enfrentarse (más no como evitarlos).
Pero el mito no nada más era alegórico, sino, por ejemplo, en Edipo en Colona, nos demuestra el peso de la verdad y la necesidad de una expiación ante la culpa, o en Antígona los dilemas entre las leyes divinas y del hombre. Así que, este tenía un carácter enigmático, existencial que le permitía al hombre reflexionar sobre su devenir y las posibilidades de acontecer en ello.

Por otro lado, tomando ahora la noción oriental, podríamos ver como el propósito de la religión era crear un lazo social, un cuerpo colectivo, una identidad y un sistema para vivir en armonía, aunque claro está que no hablamos de algo perfecto, sino del objetivo o finalidad.
Pero debido a lo antes mencionado, es que también podemos ver como la religión no es enemiga de la civilidad y la armonía, que no se enfoca en el seguir a ciegas o pretende simplemente limitar.
Ahora bien, como referencia al segundo punto, podríamos tomar la concepción hegeliana del desarrollo de las culturas, donde este se da en un proceso de tres fases, en torno a la expresión de ideas, capacidad de representar al absoluto y posición ante lo bello.
Este proceso tripartido comenzaría entonces por el arte, donde se capta y se expresa al absoluto sensiblemente, la religión que es donde se da un contenido, pero este está alejado del mundo, de la efectividad, y el momento de la filosofía donde el espíritu es autoconsciente y puede generar conceptos (sustancia ética) o bien tener efectividad (crear lazo social, comunión).
Así, que siguiendo con esta reflexión, podríamos analizar los dos planteamiento anterior para ver que un sentido es necesario en el hombre, algo que guie las tramas existenciales, y por otro lado que, aunque lo ideal es llegar a un ethos, o una forma de ser que refleje congruencia, que la vida privada como obra de arte, fin que pretenden la mayoría de las filosofías, la religión se torna como una paso ineludible, sobre el cual hay que reflexionar antes de atacar, ya que el sujeto se crea en un cultura, en un espacio y lugar determinado, con sus lógicas, mitos y tradiciones, por tanto, podríamos agregar que para una emancipación, si es que es posible, entre moral y religión primero tendríamos que partir de una estudio más profundo sobre que es la religión y que papel cumple.
Además de que en la historia ya ha habido intentos por sociedades laicas, como en algunos países comunistas, como Cuba y NorCorea, y no ha traído mejores resultados. Por esta razón la propuesta de este pequeño ensayo gira en torno al analizar genealógicamente, filosóficamente, estética y políticamente las tradiciones, discursos y dogmas que se intentan cambiar, ya que si bien el cambio es algo ineludible y necesario, no siempre es bueno hacerlo de manera precipitada, y hay que tomar en cuenta que los verdaderos cambios culturales, los acontecimientos, toman tiempo, por que conllevan cambios de ideas en torno a la reflexión, el análisis, las hipótesis y las propuestas, al igual que ejercicios existencias o emocionales que regula la cultura, la creación de instituciones para supervisar su desarrollo y la puesta en práctica de vidas que lo manifiestan en la cotidianidad.
Ahora bien, para concluir valdría la pena mencionar, que la religión también puede llevar una fuerte carga estética, como lo demuestra Nietzsche con su sátiro Zaratustra, replanteando al viejo Zoroastro del mazdeísmo, o Hölderlin, al plantear los dilemas y dolores existenciales de vivir en un mundo donde el mito era suplantado por la razón.

Y que también, aunque pienso que el contractualismo, el parlamentarismo y utilitarismo han traído cosas buenas, no hay que olvidar que ahora han presentado atolladeros como el neoliberalismo. Ya que como también planteaba Vasconcelos en su lucha con los positivistas del porfiriato, el sentido estético y espiritual (existencial) es necesario para crear o fomentar valores necesarios, cosa que en sociedades puramente positivistas y empiristas no se puede alcanzar, aunque nadie pone en duda el papel de la experiencia, la corroboración, validación, hipotetización y experimentación.
A esto también hay que agregar que, aunque Hume haya demostrado que las causas y los principios solo existen en la razón del hombre, o que Kant, a través de la necesidad de la razón y el deber para dirigir lo moral, reconocieran que no es posible construir “sin religión”. Como señala Deleuze en Empirismo y subjetividad, texto donde reflexiona sobre las ideas de Hume y concluye que la esencia del hombre es la imaginación, porque de ella se deriva toda causa o principio. Asimismo, Hegel, en su lectura de Kant, nos plantea la materialización del espíritu y la posibilidad que habilitan las ideas al convertirse en sustancia ética y cuerpo social.
Por estas razones podríamos concluir que una separación entre la moral y la religión no es del todo posible, aunque puede replantearse lo que es la religión, para que pueda ser algo que beneficie a la cultura, ya que, no es posible abolirla sin reflexionar y cambiar sobre ella, como lo han demostrado personajes como Lutero, Gandhi o Malcolm X.
Análisis: